Los primeros habitantes conocidos del País Vasco datan del Paleolítico inferior, hace aproximadamente 200.000 años.
Los romanos permanecieron en el País Vasco hasta la caída de su Imperio, aunque su presencia nunca fue masiva.
Al desaparecer los romanos, fueron los vascones los que dominaron el territorio, aunque en permanente lucha con pueblos de Europa.
El Reino de Navarra, se creó para frenar la expansión de los francos y los musulmanes. Este reino se extendía desde los Pirineos hasta el sur del País Vasco e incluía la actual Navarra continental (Nafarroa Beherea o Baja Navarra).
En 1515, Fernando El Católico, rey de España, conquistó la Alta Navarra (peninsular) y la puso bajo la corona de Castilla.
A partir de estas fechas el destino del País Vasco estuvo inexorablemente ligado a Francia y España.
A pesar de los interminables conflictos políticos y militares, la Edad Media fue un periodo rico en desarrollos en el País Vasco.
Tras la Revolución Francesa (1789), las provincias vascas situadas al norte de los Pirineos fueron abolidas y sustituidas por departamentos (90 en toda la República).
Las Guerras Carlistas se libraron en Hegoalde a lo largo del siglo XIX. Aquí se perdieron los fueros. La monarquía sucedió a las Guerras Carlistas, a la República Española y a la Guerra Civil.
En 1981 se creó el Gobierno Vasco, sobre Araba, Bizkaia y Gipuzkoa aprobando el Estatuto de Autonomía de Gernika.
Navarra estaba destinada a tener su propio gobierno y parlamento.
Los vascos de la diáspora, por su parte, siguen manteniendo estrechos vínculos con el País Vasco.
El número de vascos o descendientes de vascos en la diáspora (10 millones) es muy superior al número de habitantes del País Vasco.
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