Hay razones para creer que el trastorno de personalidad múltiple (TPM) es tan frecuente en Europa como en Norteamérica y que los síntomas centrales son los mismos. La disociación es una defensa movilizada contra el dolor y la impotencia causados por las experiencias traumáticas. Los traumas experimentados por los pacientes con trastornos disociativos son más graves y han comenzado a edades más tempranas que entre los pacientes con otros trastornos psiquiátricos. Los síntomas disociativos suelen ser encubiertos y hay que indagar en ellos de forma sistemática; de lo contrario, pueden pasar desapercibidos. Se han desarrollado varios instrumentos para ayudar a los clínicos a diagnosticar los trastornos disociativos. Los más difundidos son la Escala de Experiencias Disociativas (DES) y la Entrevista Clínica Estructurada para los Trastornos Disociativos del DSM-III-R (SCID-D). Este artículo describe un caso de trastorno de personalidad múltiple. La paciente tenía esclerosis múltiple y una multitud de síntomas de somatización, estrés postraumático y disociación. Fue tratada con hipnosis y terapia del estado del yo. La terapia se ha centrado en aflojar las barreras disociativas, integrar las partes disociadas de la personalidad y descubrir los recuerdos reprimidos del incesto. Aunque la terapia aún está en curso, la paciente ya ha realizado cambios positivos en sus relaciones maritales y sociales. Sin embargo, hay que tener cuidado al diagnosticar personalidades múltiples con técnicas terapéuticas basadas en la inclusión de estados alterados de conciencia. Los estados del yo que afloran no son necesariamente estados disociativos. Un conocimiento teórico de la disociación y el uso de instrumentos de diagnóstico ayudarán al clínico a detectar pacientes con trastornos disociativos.