Si lees una frase (como ésta) sobre dar una patada a un balón, se activarán en tu cerebro las neuronas relacionadas con la función motora de la pierna y el pie. Del mismo modo, si hablas de cocinar ajos, se dispararán las neuronas asociadas al olfato. Dado que es casi imposible hacer o pensar en algo sin utilizar el lenguaje -ya sea mediante una charla interna de su voz interior o siguiendo una serie de instrucciones escritas-, el lenguaje impregna nuestro cerebro y nuestra vida como ninguna otra habilidad.
Desde hace más de un siglo, se ha establecido que nuestra capacidad para utilizar el lenguaje suele estar localizada en el hemisferio izquierdo del cerebro, concretamente en dos áreas: El área de Broca (asociada a la producción y articulación del habla) y el área de Wernicke (asociada a la comprensión). Los daños en cualquiera de ellas, causados por un ictus u otra lesión, pueden provocar problemas de lenguaje y habla o afasia, una pérdida del lenguaje.
En la última década, sin embargo, los neurólogos han descubierto que no es tan sencillo: el lenguaje no se limita a dos áreas del cerebro o incluso a un solo lado, y el propio cerebro puede crecer cuando aprendemos nuevos idiomas.
Obtenciones más recientes muestran que las palabras se asocian a diferentes regiones del cerebro según su tema o significado. Unos neurólogos que pretendían hacer un atlas tridimensional de las palabras en el cerebro escanearon los cerebros de personas mientras escuchaban varias horas de radio. Diferentes palabras activaron distintas partes del cerebro, y los resultados muestran un amplio acuerdo sobre qué regiones cerebrales están asociadas a qué significados de las palabras, aunque sólo se escaneó a un puñado de personas para el estudio. Todos los participantes eran hablantes nativos de inglés que escuchaban este idioma. El siguiente paso será ver dónde se localiza el significado para las personas que escuchan en otros idiomas -investigaciones anteriores sugieren que las palabras del mismo significado en diferentes idiomas se agrupan en la misma región- y para los bilingües.
Las personas bilingües parecen tener diferentes vías neuronales para sus dos idiomas, y ambas se activan cuando se utiliza cualquiera de ellos. Como resultado, los bilingües suprimen continuamente una de sus lenguas -subconscientemente- para poder concentrarse y procesar la pertinente.
La primera prueba de esto surgió de un experimento realizado en 1999, en el que se pidió a los bilingües inglés-ruso que manipularan objetos en una mesa. En ruso, se les dijo que «pusieran el sello debajo de la cruz». Pero la palabra rusa para sello es «marka», que suena parecido a «marcador», y el seguimiento ocular reveló que los bilingües miraban una y otra vez entre el rotulador y el sello de la mesa antes de seleccionar el sello.
Y parece que los diferentes patrones neuronales de un idioma quedan impresos en nuestro cerebro para siempre, aunque no lo hablemos después de haberlo aprendido. Los escáneres realizados a niños canadienses adoptados de China cuando eran bebés preverbales mostraron el reconocimiento neuronal de las vocales chinas años después, aunque no hablaran ni una palabra de chino.
Por tanto, tanto si «perdemos» un idioma por no hablarlo como por la afasia, puede que siga estando ahí en nuestras mentes, lo que plantea la posibilidad de utilizar la tecnología para desentrañar los nidos íntimos de palabras, pensamientos e ideas del cerebro, incluso en personas que no pueden hablar físicamente. Los neurólogos ya están teniendo cierto éxito: un dispositivo puede escuchar tu voz interior mientras lees en tu cabeza, otro te permite controlar un cursor con tu mente, mientras que otro incluso permite controlar a distancia los movimientos de otra persona mediante el contacto cerebro-cerebro a través de Internet, obviando por completo la necesidad del lenguaje. Para algunas personas, como las que padecen el síndrome de enclaustramiento o la enfermedad de la neurona motora, eludir los problemas del habla para acceder y recuperar directamente el lenguaje de su mente sería realmente transformador.
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