Al igual que la mayoría de los países del mundo, Ecuador tiene dos ramas de infraestructura sanitaria: la pública y la privada. Durante varios años, la reputación de la sanidad pública ecuatoriana no fue demasiado positiva. En 2008, una importante reforma introdujo la asistencia sanitaria universal para los residentes y aumentó la fiabilidad, la accesibilidad y la calidad de la sanidad pública. Las cosas han seguido mejorando, y en julio de 2017 el sistema sanitario público ecuatoriano recibió el Premio de las Naciones Unidas al Servicio Público por ser el más innovador y progresista del mundo.

El sistema sanitario: Qué esperar

Aunque Ecuador no tiene un exceso de médicos, si vives en o cerca de alguna de las grandes ciudades para expatriados no deberías tener dificultades para encontrar profesionales médicos cualificados y de confianza. Tanto la embajada británica como la estadounidense tienen listas de médicos de habla inglesa, y el Ministerio de Salud Pública cuenta con un mapa interactivo de instituciones médicas en su página web.

La mayoría de los expatriados prefieren las instituciones privadas y sus servicios por diversas razones; puede que se sientan más cómodos hablando con los médicos y el personal sanitario en su lengua materna, o simplemente desean disponer de servicios sanitarios de la máxima calidad. Los servicios sanitarios privados tienen un precio: hay que pagar entre 250 y 1.000 dólares, según el tipo de enfermedad y el tratamiento. Aquí es donde una tarjeta de crédito es indispensable: no sería prudente llevar esta cantidad en efectivo. Aunque tenga un seguro médico, es posible que tenga que pagar el tratamiento por adelantado; los gastos serán reembolsados posteriormente por su compañía de seguros.

De los insectos a la altitud: Riesgos potenciales para la salud

Las enfermedades transmitidas por insectos son uno de los principales problemas de salud en Ecuador, siendo las más frecuentes la malaria y el dengue. Aunque la sierra, Quito y Guayaquil se consideran libres de paludismo, en el resto de regiones existe el riesgo de contraer la enfermedad durante todo el año.

El dengue, por su parte, está presente en todo el país. Como no hay vacuna ni tratamiento específico, lo mejor es protegerse a fondo contra las picaduras de insectos. Probablemente no sea necesario dormir en una tienda de campaña contra los mosquitos, pero se recomienda llevar prendas largas y brillantes durante el día y utilizar repelente de insectos.

Asegúrese de vacunarse contra el tétanos, la difteria, la tos ferina, la hepatitis A y B, la fiebre tifoidea y la rabia antes de viajar a Ecuador. La fiebre amarilla sólo es frecuente en la región del Amazonas, aunque también podría valer la pena vacunarse para su propia tranquilidad.

Nunca debe subestimar la altura de la región de los Andes. Quito, por ejemplo, se encuentra a la friolera de 2.850 m sobre el nivel del mar, altura suficiente para provocar el mal de altura. Los síntomas más comunes son somnolencia, dificultad para respirar, dolores de cabeza, náuseas y confusión. Existen medicamentos para combatirlo, pero las medidas más importantes para superar el mal de altura son mantenerse hidratado y no hacer un esfuerzo excesivo. Aunque es probable que mejore en cuestión de días, debe intentar planificar con antelación y no programar nada demasiado agotador en los primeros días de su llegada.