La uveítis es un proceso inflamatorio que afecta a la mitad de las tres capas del ojo. Para entender la uveítis, es importante conocer la anatomía básica del ojo. La capa externa que envuelve al ojo está compuesta por la córnea transparente y la esclerótica blanca. La capa más interna es la capa nerviosa o la retina. La capa intermedia, rica en vasos sanguíneos, es el tracto uveal. Está compuesta por el iris en la parte frontal del ojo, el cuerpo ciliar, que produce el líquido (humor acuoso) dentro del ojo, y la coroides, que nutre la retina en la parte posterior del ojo. Debido a su rico suministro de sangre, el tracto uveal es un objetivo natural para las enfermedades que se originan en otras partes del cuerpo. Cuando la inflamación ataca segmentos específicos del tracto uveal, la enfermedad se clasifica además como iritis (inflamación del iris), ciclitis (inflamación del cuerpo ciliar) o coroiditis (inflamación de la coroides), dependiendo de la estructura afectada. Si todas las estructuras están inflamadas entonces se denomina panuveitis (inflamación de todas las estructuras uveales del ojo).

Diagnóstico de la uveítis

La uveítis puede producir signos vagos que pueden incluir parpadeo excesivo, entrecerrar los ojos, secreción acuosa y fotofobia (sensibilidad a la luz) sin que haya cambios evidentes en el propio ojo. En los casos más avanzados, los cambios en el ojo son visibles sin instrumentos especiales. El ojo puede parecer opaco, turbio o rojo debido a cambios en la córnea o a la acumulación de células inflamatorias en el interior del ojo. La uveítis suele diagnosticarse tras un examen de las estructuras oculares por parte de su veterinario u oftalmólogo veterinario utilizando instrumentos que amplían e iluminan el tracto uveal. Una vez diagnosticada la uveítis, debe realizarse un examen físico general por si la uveítis es en realidad un signo temprano de enfermedad interna o sistémica. La evaluación puede incluir perfiles sanguíneos o pruebas específicas si se sospecha de una determinada enfermedad. El examen ocular consiste en una inspección visual del interior del ojo con una lámpara de hendidura y la medición de la presión ocular. Si las estructuras internas del ojo no pueden visualizarse con claridad, puede realizarse una ecografía ocular para visualizar más claramente la posición de la retina y el cristalino y para detectar cualquier masa o crecimiento anormal dentro del ojo.

La presión ocular se mantiene gracias al humor acuoso (fluido) producido por el cuerpo ciliar dentro del ojo. Inicialmente, si el cuerpo ciliar está inflamado, la producción de fluido disminuye y la presión ocular baja. El humor acuoso producido en el ojo normalmente drena a través del ángulo entre la córnea y el iris. Los restos inflamatorios producidos en la uveítis pueden bloquear el ángulo de drenaje y provocar un aumento de la presión intraocular (glaucoma) con el tiempo. Una vez que la uveítis se resuelve, el glaucoma puede permanecer si las estructuras de drenaje fueron dañadas por la inflamación. Por este motivo, es importante volver a revisar los ojos después de una uveítis.

Además, los procesos de la enfermedad como la uveítis pueden dar lugar a úlceras corneales (de superficiales a profundas), infecciones oculares, cicatrices corneales, vascularización corneal, mineralización corneal, cataratas, luxación del cristalino, desprendimiento de retina y queratoconjuntivitis sicca. La uveítis también puede dar lugar a complicaciones secundarias similares a las que puede ocasionar el tratamiento de la uveítis, como se comenta en el apartado «Pronóstico».

Causas de la uveítis

La uveítis está asociada a muchas enfermedades diferentes. Los ejemplos en el perro incluyen la Ehrlichiosis y la Coccidioidomicosis, dos enfermedades infecciosas sistémicas comunes en el suroeste de Estados Unidos. En el gato, la uveítis puede ser consecuencia del virus de la leucemia felina, la peritonitis infecciosa felina o muchas otras enfermedades. En cualquier animal, las lesiones penetrantes como las espinas de los cactus o un arañazo del gato pueden producir uveítis. La inflamación del tracto uveal puede producirse cuando se rompe la cápsula del cristalino (por ejemplo, tras una cirugía, un traumatismo o una lesión del cristalino) o en presencia de cataratas, donde las proteínas del cristalino se filtran fuera de la cápsula del cristalino hacia el ojo. Otras posibles causas de uveítis son las infecciones bacterianas locales, las enfermedades inmunomediadas y las parasitarias. El tratamiento puede ser más específico si se conoce la causa real. Es importante realizar pruebas de algunas enfermedades infecciosas para asegurarse de que no hay una causa subyacente para la inflamación, pero desgraciadamente, hasta en el 75% de los casos, la causa nunca se determina.

Tratamiento

La uveítis debe tratarse de forma agresiva para prevenir el glaucoma, la cicatrización de las estructuras uveales y posiblemente la ceguera. Se pueden utilizar diferentes medicamentos para tratar la causa original subyacente de la uveítis y para intentar controlar la propia inflamación. La aspirina (no los sustitutos de la aspirina) y los corticosteroides minimizan el proceso inflamatorio. Los corticosteroides pueden administrarse mediante una inyección bajo el párpado del ojo, en forma de gotas en el ojo o como medicación oral, dependiendo de la presunta causa de la uveítis. El uso tópico debe posponerse si hay daños en la superficie de la córnea porque los corticosteroides impiden la curación de la úlcera. Si se sospecha de ciertas enfermedades sistémicas, los corticosteroides orales pueden posponerse hasta que se disponga de los resultados de las pruebas. La atropina dilata la pupila y ayuda a prevenir la cicatrización del iris. Sin embargo, este medicamento puede estar contraindicado si hay glaucoma, ya que puede disminuir aún más el drenaje del humor acuoso del ojo. Los antibióticos orales y tópicos se emplean cuando hay una infección bacteriana en el ojo.

Pronóstico

El tratamiento de la uveítis requiere una terapia para detener la inflamación del tracto uveal junto con una búsqueda de la causa original de la enfermedad. Pueden ser necesarias muchas pruebas para determinar las posibles causas y los resultados son importantes para el tratamiento adecuado.

El tratamiento de la uveítis puede incluir medicamentos tópicos y/u orales de por vida. Los medicamentos tópicos de por vida rara vez dan lugar a complicaciones, que se producen en menos del 5% de estos casos. No obstante, las complicaciones potenciales incluyen, entre otras, la inflamación del tejido rosado (conjuntivitis); las ulceraciones corneales (de superficiales a profundas); la cicatrización, la vascularización y la mineralización de la córnea; la rotura ocular secundaria a la ulceración; el empeoramiento de la inflamación en el interior del ojo, secundario a la infección o a la ulceración; glaucoma, secundario a la uveítis; desprendimiento o degeneración de la retina, secundario a la uveítis o a la infección; dolor ocular u orbital, secundario a la uveítis, al glaucoma o a la infección; rozamiento de los párpados; sangrado en el interior del ojo (hifema), secundario a la uveítis o a la infección; lagrimeo (epífora); y/o luxación del cristalino, secundario a la uveítis, al glaucoma o a la infección. Algunas de estas complicaciones pueden conducir a la ceguera. Algunos medicamentos orales utilizados para tratar estos procesos patológicos pueden causar cambios en el comportamiento, alteraciones gastrointestinales (diarrea, vómitos, disminución/aumento del apetito/sed), jadeo, disminución del recuento de glóbulos blancos (como leucopenia) y diversos cambios en los valores químicos (hígado, riñón, potasio, por nombrar algunos).

Su conocimiento de los síntomas de su mascota y el cumplimiento de las recomendaciones de revisiones y análisis de sangre periódicos ayudan a controlar estas posibles complicaciones.

Si tiene más preguntas o preocupaciones sobre la uveítis, no dude en llamarnos a Eye Care for Animals.

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