El ESRF produce luz de sincrotrón con longitudes de onda que van desde los rayos gamma hasta la radiación infrarroja. Consiste principalmente en rayos X con una longitud de onda de aproximadamente 0,1 nanómetros (un nanómetro es la milmillonésima parte de un metro, es decir, 1 nm = 10-9 m).
¿Qué son los rayos X y por qué se utilizan?
Los rayos X fueron descubiertos por Wilhelm Röntgen en 1895.
Son ondas electromagnéticas como la luz visible pero situadas en el extremo de alta energía/longitud de onda corta del espectro electromagnético, entre la luz ultravioleta y los rayos gamma. Su longitud de onda oscila entre 0,01 nm y 10 nm, lo que es comparable a las distancias interatómicas.
Hoy en día, los rayos X se utilizan ampliamente en la obtención de imágenes médicas porque tienen una gran profundidad de penetración a través de los materiales y son absorbidos selectivamente por las partes del cuerpo con mayor densidad de electrones, como los huesos. Sin embargo, esta interesante propiedad no es la única razón por la que utilizamos los rayos X en el ESRF.
En luz visible y con la ayuda de un microscopio óptico, es posible observar objetos del tamaño de un microbio. Sin embargo, para poder «ver» átomos, que son 10 000 veces más pequeños, necesitamos luz con una longitud de onda muy corta. En otras palabras, necesitamos rayos X.
Brillantez y otras propiedades
La principal diferencia entre la luz de sincrotrón y los rayos X utilizados en los hospitales es la brillantez: una fuente de sincrotrón es cien mil millones de veces más brillante que una fuente de rayos X hospitalaria. Cuanto mayor es el brillo, más precisa es la información que se puede obtener de los rayos X.
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