INFORME DE CASO

Una mujer de 65 años se presentó con una preocupación principal de dolor en la pared abdominal izquierda y posible hernia incisional. Había sido sometida a una nefrectomía radical izquierda, esplenectomía y pancreatectomía distal a principios de año por una masa en el riñón izquierdo. La evaluación patológica reveló que la masa era un gran absceso perinéfrico de etiología incierta. Su recuperación se complicó por una infección de la herida y el desarrollo de una fístula pancreática, que fue reparada. Unos meses después, tras la recuperación, la paciente empezó a experimentar un dolor importante en el lugar de la incisión, que empeoraba con la actividad diaria. Negó cualquier síntoma de infección, como fiebre o escalofríos. Un recuento sanguíneo completo realizado poco después de la cirugía no reveló leucocitosis. Fue remitida a cirugía general por sospecha de hernia incisional. La exploración física reveló una protuberancia firme en la cara superior de la incisión en el cuadrante superior izquierdo, que era sensible a la palpación y no era reducible. No había eritema, fluctuación ni otros signos de infección. Una tomografía computarizada (TC) abdominal reveló laxitud muscular y una dudosa hernia de la pared abdominal en el lugar de la incisión (Fig. 1). La paciente fue llevada al quirófano para la exploración de la herida de la pared abdominal y la posible reparación de la hernia. Se reabrió la cara superior de la cicatriz incisional anterior y se realizó la disección a través del tejido subcutáneo hasta el nivel de la fascia. No se encontró ningún defecto en la fascia; sin embargo, se palpó una masa firme dentro de la pared abdominal. La disección posterior reveló una costilla izquierda mal posicionada y rodeada de tejido fibroso. La costilla parecía desvitalizada, fina y frágil. Volvimos a consultar el TAC y en esta localización no se observaba ninguna calcificación. Sin embargo, se trataba claramente de una costilla. Se diseccionó la costilla hasta que se observó una porción sana y se resecó la costilla desvitalizada (Fig. 2). Se volvió a examinar la herida en busca de defectos musculares o fasciales, pero no se encontró ninguno. El paciente fue dado de alta en buenas condiciones el mismo día. La extirpación del secuestro costal resolvió los síntomas del paciente.

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Tomografía de abdomen que muestra una posible hernia de la pared abdominal (flechas).

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Costilla seleccionada.