La peluquería, ya sea ornamentada o sencilla, ha sido empleada por casi todas las sociedades desde la antigüedad hasta el presente. En el año 400 a.C., algunas mujeres griegas se teñían el pelo; en la época romana, el tinte y la decoloración eran habituales. Las mujeres japonesas utilizaban laca (un precursor de la laca actual) para asegurar sus elaborados peinados. Sea cual sea el estilo, ha habido grupos de personas que se ganaban la vida y se ganaban la reputación cortando, afeitando, rizando y peinando el cabello.
La peluquería es una profesión que ha atraído tanto a hombres como a mujeres. Mientras que en épocas anteriores, los peluqueros masculinos (a menudo llamados barberos) trabajaban principalmente con el cabello de los hombres y las mujeres con el de las mujeres, durante los tiempos modernos, tales distinciones se han vuelto menos rígidas. Sin embargo, todavía es raro encontrar peluqueros que estén dispuestos a transgredir los límites raciales en el peinado del cabello. Las barberías y los salones de belleza siguen siendo uno de los espacios públicos más segregados. Sin embargo, sea cual sea la raza o el sexo del participante, la primera visita a la peluquería suele considerarse un rito de paso. El primer corte de pelo de un niño es un acontecimiento, un marcador no biológico del paso de la infancia a la niñez. La primera visita de una niña a la peluquería marca su paso de la infancia a la juventud. Para ambas, el lugar donde se encuentran con el peluquero las introduce en lo que puede llegar a ser una esfera social importante en sus vidas. Las peluquerías y los salones de belleza han servido históricamente como lugar principal para la interacción, el apoyo y la crianza específicos de cada género.
Antes de las primeras décadas del siglo XX, las opciones profesionales eran limitadas para todas las mujeres, pero lo eran especialmente para las mujeres pobres e inmigrantes, y las de las minorías étnicas. La peluquería ha sido una opción profesional especialmente atractiva para estas mujeres por la facilidad con la que se puede montar un negocio. Una reputación como peluquera solicitada podía conducir a una carrera que se realizaba en el hogar, si se elegía, o en el entorno más público de una tienda, si los recursos lo permitían. En cualquiera de los dos casos, la peluquería podía mantener a una familia a niveles monetarios significativamente superiores a los derivados del trabajo doméstico, fabril o agrícola. La peluquería no requería formación universitaria y se podía tener cierto control sobre las horas de trabajo, lo que la convertía en una ocupación ideal para las mujeres con hijos pequeños que criar.
Desde la tosca plancha de rizar que utilizaban las mujeres de la antigua Roma para crear sus elaborados peinados, la peluquería llegó a asociarse con una serie de accesorios tecnológicos, que iban desde simples peines y horquillas para sujetar el cabello hasta complejos aparatos eléctricos para secarlo y arreglarlo. Además, se utilizaban procesos químicos para teñir, ondular, rizar, alisar y acondicionar el cabello. En el siglo XX, la propia peluquería y la fabricación de materiales y equipos se habían convertido en una ocupación y un arte práctico de grandes proporciones.

Noliwe Rooks

Véase también decoración corporal.