Una de las evoluciones más significativas en muchos ancianos es la aparición de un estado mental paranoide en el que existen delirios y alucinaciones. Por ejemplo, síntomas leves como acusar a un cuidador de robar su cartera cuando en realidad la cartera se ha extraviado, o, situaciones más graves como cuando un anciano ve a alguien caminando por su habitación por la noche y piensa que un intruso está allí para hacerle daño.
Estas serían características de un anciano que sufre de paranoia, que por supuesto era una alucinación. Aunque este tipo de comportamiento puede asustarnos, su peligrosidad reside principalmente en la acción realizada por el individuo y no asociada a la angustia mental causada. Sin embargo, independientemente del peligro, debe examinarse la causa de tales comportamientos y, por supuesto, el tratamiento de estos problemas.
Tratar con un anciano que experimenta alguna forma de paranoia puede ser, como mínimo, un reto. Sin embargo, una vez aislada la causa de la paranoia, el tratamiento puede ser eficaz.
Por ejemplo, algunas causas y tratamientos de los comportamientos paranoicos son:
– El anciano cree que la gente habla de él a sus espaldas – un médico puede comprobar primero su audición para asegurarse de que no hay ningún
problema en esa área.
– El anciano jura que ve a gente que no está allí – su médico puede querer administrarle un medicamento tranquilizante para reducir su
ansiedad.
– La persona mayor está paranoica con sus finanzas – la familia puede querer exponer sistemáticamente el panorama financiero de la persona mayor y hacer que un asesor de confianza
aporte datos.
– La persona mayor está convencida de que su familia ya no la quiere porque no viene a visitarla cuando la persona mayor cree que debería hacerlo – la familia debe mantener la calma mientras ofrece la realidad de la situación.
Los ejemplos son numerosos y pueden ser tan variados como la propia persona mayor, pero una cosa es constante – muchos ancianos responderán al tratamiento. Es importante que los miembros de la familia sean pacientes y comprensivos, que impliquen a otros profesionales para que les ayuden en el diagnóstico y el tratamiento, y que estén continuamente atentos a los comportamientos del anciano y a las posibles causas de dichos comportamientos.
Un ejemplo simple, pero común, es la infección del tracto urinario en la mujer (que a menudo ocurre después de la hospitalización). Un paciente mayor puede, después de una corta hospitalización en la que se utilizó un catéter, comenzar a mostrar signos de mayor confusión. Los familiares pueden estar preocupados por el comportamiento del anciano, pero son incapaces de precisar un diagnóstico o una causa, por lo que etiquetan el comportamiento como paranoia o incluso como el comienzo de la enfermedad de Alzheimer. Sin embargo, con un poco más de trabajo de investigación, y un viaje a su médico y algunos análisis de sangre, descubren que tiene una infección del tracto urinario, que puede crear una mayor confusión.
El punto aquí, como suele ser el caso, es estar vigilante y consciente del estado actual de su anciano. Hacer comparaciones del día a día para determinar en qué dirección van los comportamientos hará que sus decisiones sean efectivamente proactivas (en lugar de reactivas).
No deje que pasen desapercibidos ligeros cambios en los comportamientos, ya que pueden estar conduciendo a ciertos comportamientos paranoicos con el tiempo. Consienta la ayuda de los profesionales y de las personas que están más a menudo cerca del anciano para que le den su opinión sobre el momento y el grado de los comportamientos que son perturbadores. La paranoia puede ser controlada.
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