Cuando era más joven, la piel de mi cara estaba siempre resbaladiza por la grasa. Y como sólo una adolescente puede hacer, dejé que me afectara. Cada vez que me veía en el espejo, retrocedía ante ese reflejo brillante que me devolvía la mirada. Por supuesto, ahora, estando en esta llamada mediana edad, desearía que hubiera habido una voz de la razón para calmarme.

Si la hubiera habido, podría haber dicho algo así: Agradece todo ese aceite. Algún día lo echarás de menos.

Pero, por desgracia, no hubo tal voz. En su lugar, mi indignación juvenil -aunque equivocada- me hizo rechazar ese sebo, creando un agresivo arsenal de medidas antiaceite: Fregaba, restregaba, limpiaba y limpiaba. Pero fue inútil. La grasa reaparecía rápidamente, y yo, sintiéndome derrotada, sólo estaba más decidida a hacer lo que pudiera para superar las tendencias naturales de mi cuerpo. (¿Dónde estaba esa voz cuando la necesitaba? Voz a Sheryl: «No puedes controlarlo todo, ¿sabes?»)

Y ahora, todos estos años después, echo de menos ese suministro gratuito de aceite. También sospecho que he dañado mi piel en todos mis tediosos esfuerzos por erradicar esa grasa (al igual que dañé mi piel, como tantos otros de la generación boomer, por usar -¡horror!- reflectores solares).

La menopausia sí que tiene una forma de vengarse de ti. Años más tarde, ese cambio de hormonas se encargó del exceso de grasa y humedad en mi cara, y en mis brazos, piernas, pies y manos (y también en las regiones de los pezones).

Más información: Guía para principiantes sobre la menopausia.

¿Qué tiene que ver la menopausia con esto?

Esto es: lo que el estrógeno da -colágeno y aceites- lo quita. Por lo tanto, a medida que se acerca la menopausia y se produce una disminución de estrógenos, se produce sequedad y picor en la piel. Esta disminución de la humedad puede comenzar con la perimenopausia, los años anteriores a la aparición de la menopausia.

No sólo disminuye la producción de humedad de la piel, sino también la capacidad de ésta para retener la humedad que tiene.

¿Lo siguiente? Un cuerpo lleno de sequedad: la cara, los codos, las rodillas, los pies, las uñas y muchas otras zonas.

¿Algunas de las mejores maneras de hacer frente a esa sequedad?

  1. Tu dieta. Los ácidos grasos esenciales (AGE) son aquellos que tu cuerpo no puede producir por sí mismo. Pero tu cuerpo, incluida tu piel, los necesita para mantenerse nutrido e hidratado, especialmente los ácidos grasos omega-3, que puedes encontrar en el pescado azul como el salmón, la caballa y las sardinas, y en el aceite de canola, las nueces, la soja, la linaza molida y los huevos enriquecidos. Equilíbralo con otras grasas saludables procedentes de los ácidos grasos omega-6, que se encuentran en las semillas, los frutos secos, los cereales, los aceites vegetales, el aguacate y las verduras de hoja verde.

  2. Usa siempre protección solar. Aunque no sustituye la hidratación de la piel, ayuda a protegerla y a mantenerla sana (¡y a evitar futuros daños solares y arrugas!). Hay muchos y muy buenos; a mí me encanta este de Roche-Posay.

  3. Evita las duchas y los baños calientes. Es mejor utilizar agua tibia, en lugar de caliente, que puede extraer la humedad de la piel y secarla. Intenta también limitar el tiempo que pasas en el agua. Si ves que las puntas de los dedos de las manos y de los pies se arrugan, es que has estado demasiado tiempo dentro. Consejo: Si eres fan de los baños (¡yo lo soy!), estas relajantes y curativas sales de Epsom del Dr. Teal pueden devolverte la hidratación con el nutritivo aguacate. Las sales de Epsom también ayudan a calmar los músculos doloridos y ofrecen alivio del estrés. ¿Y quién no puede usar eso?

  4. Aplica la crema hidratante mientras la piel está todavía húmeda. Hacer esto ayudará a atrapar la humedad que existe en tu piel. Me encanta la fragancia de lavanda de esta de Aveeno, que es súper cremosa y reconfortante.

  5. Cuando te quites la toalla, sé suave con tu piel y dale palmaditas, en lugar de frotarla. Nuestra piel se vuelve más fina y frágil con la edad y, por tanto, es más propensa a la irritación. Una toalla como ésta, fabricada con microfibra, es suave con la piel.

  6. Considera una mascarilla hidratante. Las mascarillas faciales están de moda y son una forma estupenda de aportar ingredientes nutritivos y calmantes a tu piel. La revista Allure ofrece algunas opciones estupendas por menos de 20 dólares. Hace poco me enamoré de ésta, de la marca de belleza Chaleur.

  7. Añade algo de humedad al aire. El invierno puede absorber la humedad del aire. Devuélvela con algo como esto, que tiene un bonito aspecto mientras dispensa no sólo humedad fresca, sino también encantadores aceites esenciales.

Este post apareció originalmente en mysocalledmidlife.net.

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