Arty Altanzaya
Arty Altanzaya

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21 de septiembre, 2018 – 4 min read

arilens.com

Imagina que tuviéramos la capacidad de desnudarnos al final del día cuando llegamos a casa.

En lugar de quitarnos la ropa al llegar a casa, ¿qué pasaría si tuviéramos el poder de despojarnos de las pesadas capas mentales como el juicio, la preocupación, la depresión y el miedo de nuestra piel?

Caminamos todos los días cargando con esas capas mentales parecidas a las de una cebolla sobre nosotros mismos.

De un tirón, así, ¿cómo de impresionante sería si pudiéramos pelarlas como una cebolla?

Como dijo Albert Einstein: «Ningún problema puede resolverse desde el mismo nivel de conciencia que lo creó».

A veces nuestra conciencia nos manda información falsa.

Nuestra mente consciente crea problemas cuando no hay nada que temer o autodespreciar, en cambio nos dice lo contrario. A veces nos dice que somos un fracaso.

Entonces, ya que a veces nuestra mente consciente nos crea problemas, ¿qué pasa si de vez en cuando intentamos asomarnos a nuestra mente inconsciente?

Uno de los ejemplos interesantes de que nuestra inconsciencia, olvidada desde hace mucho tiempo, gana a nuestra conciencia altamente funcional se muestra en una de las populares películas «El club de la lucha».

La película «El club de la lucha», de David Fincher, describe a un oficinista insomne que se esfuerza por vivir una vida rodeada de su trabajo y de sus posesiones, que le hacen sentirse miserable y mucho más codicioso, como un laberinto sin fin. Un día, descubre que su apartamento y todas sus pertenencias han volado por los aires y que no tiene amigos ni familia. Entonces conoce a un hombre inusual que le ofrece una petición inusual que empieza a cambiar su vida. Juntos, con un grupo de otros hombres se reúnen por las noches para luchar entre ellos, y nace su Club de la Lucha.

La cita de la película

«¿Cuánto puedes saber de ti mismo si nunca has estado en una pelea?».

Sí. ¿Cuánto puedes saber de ti mismo si nunca te has metido en una pelea?

«El club de la lucha» nos explica que la creación de un yo auténtico es algo que sólo podemos hacer por nosotros mismos, ya sea con una pelea o con una crisis nerviosa.