Dos jóvenes con gorras de béisbol están de pie frente a los proyectos en la noche

Una mujer joven está de pie mirando por encima de una valla de cadena
Cuatro hombres jóvenes, vestidos con pantalones anchos y camisetas de gran tamaño están de pie contra una pared, con los brazos cruzados
Cuatro hombres sentados en el suelo, con los brazos esposados a la espalda

Fotos: Bryan Wiley

Un grupo de barrios en el corazón del sur de California es el hogar de dos de las bandas más infames de Estados Unidos: los Crips y los Bloods. A lo largo de sus 40 años de disputa, más de 15.000 personas han sido asesinadas en un ciclo de violencia que no cesa. Los barrios están delimitados y se trazan rígidos límites; cruzar una calle o tomar un giro equivocado puede significar la muerte. Casi una cuarta parte de los jóvenes de la región que sobreviven a la violencia acabarán en la cárcel o en prisión.

Narrado por Forest Whitaker, CRIPS AND BLOODS: Made in America combina entrevistas en profundidad con miembros actuales y antiguos de las bandas, educadores, historiadores, familiares y expertos con imágenes históricas y actuales para retratar gráficamente la rivalidad entre las bandas afroamericanas del sur de Los Ángeles. Tres antiguos miembros de bandas -Ron, Bird y Kumasi- relatan sus experiencias al crecer en el barrio en la década de 1950, cuando la segregación mantenía a negros y blancos estrictamente separados, tanto por los límites del barrio impuestos por la policía como en organizaciones públicas como los Boy Scouts. Los jóvenes negros comenzaron a formar sus propios grupos, clubes en los que podían encontrar un sentido de pertenencia. Las peleas entre clubes rivales se convirtieron en parte de esa cultura, pero las únicas armas entonces eran un par de puños fuertes.

Los años 50 fueron un periodo de prosperidad para los negros en Los Ángeles, alimentado por la abundancia de empleos en la industria. Sin embargo, a finales de la década, esas industrias comenzaron a desaparecer, lo que provocó altas tasas de desempleo. Esta espiral económica descendente, junto con años de prejuicios, perfiles raciales y métodos policiales de mano dura, produjo una situación explosiva. En 1965, una parada de tráfico rutinaria estalló en un conflicto civil a gran escala en las calles de Watts. El FBI mató y encarceló a muchos líderes del Movimiento del Orgullo Negro de la época, y sin un liderazgo fuerte que dirigiera a los jóvenes en direcciones positivas, las bandas volvieron a activarse. Esta vez, sus armas eran pistolas.

En la película, los miembros actuales de las bandas describen la vida de éstas y el estatus, la protección y otros beneficios que les proporciona la pertenencia a las mismas, pintando un panorama sombrío de la devastación física, social y personal que caracteriza al sur de Los Ángeles. Académicos y otros expertos, como el senador estatal de California Tom Hayden y el autor Gerald Horne, sugieren formas de resolver los problemas subyacentes, en lugar de limitarse a atacar la violencia callejera relacionada con las bandas. Mientras tanto, las soluciones más prometedoras pueden venir de la gente del propio barrio, donde antiguos miembros de las bandas y otras personas preocupadas han asumido la tarea de trabajar con los jóvenes y ofrecer una alternativa positiva a la pertenencia a las bandas.

El director Stacy Peralta (Dogtown y Z Boys, Riding Giants) aporta su característico estilo visual dinámico y su capacidad narrativa a este capítulo de la historia de Estados Unidos a menudo ignorado. Duro, pero al fin y al cabo esperanzador, CRIPS AND BLOODS no sólo documenta el surgimiento de los Bloods y los Crips y su crecimiento más allá de las fronteras de South Central, sino que también ofrece una visión de cómo podría resolverse esta continua tragedia.

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