La plata tiene una larga e intrigante historia como antibiótico en la atención sanitaria humana. Se ha desarrollado para su uso en la purificación del agua, el cuidado de heridas, las prótesis óseas, la cirugía ortopédica reconstructiva, los dispositivos cardíacos, los catéteres y los aparatos quirúrgicos. El avance de la biotecnología ha permitido incorporar la plata ionizable a los tejidos de uso clínico para reducir el riesgo de infecciones nosocomiales y para la higiene personal. La acción antimicrobiana de la plata o de los compuestos de plata es proporcional al ion de plata bioactivo (Ag(+)) liberado y a su disponibilidad para interactuar con las membranas celulares bacterianas o fúngicas. La plata metálica y los compuestos inorgánicos de plata se ionizan en presencia de agua, fluidos corporales o exudados tisulares. El ion de plata es biológicamente activo e interactúa fácilmente con las proteínas, los residuos de aminoácidos, los aniones libres y los receptores de las membranas de las células de mamíferos y eucariotas. La sensibilidad de las bacterias (y probablemente de los hongos) a la plata está determinada genéticamente y se relaciona con los niveles de captación intracelular de la plata y su capacidad para interactuar y desnaturalizar irreversiblemente sistemas enzimáticos clave. La plata presenta una baja toxicidad en el cuerpo humano, y se espera un riesgo mínimo debido a la exposición clínica por inhalación, ingestión, aplicación dérmica o a través de la vía urológica o hematógena. La ingestión crónica o la inhalación de preparados de plata (especialmente de plata coloidal) puede provocar la deposición de partículas de metal de plata/sulfuro de plata en la piel (argiria), los ojos (argirosis) y otros órganos. No se trata de afecciones que pongan en peligro la vida, pero sí son indeseables desde el punto de vista cosmético. La plata se absorbe en el cuerpo humano y entra en la circulación sistémica como un complejo proteico para ser eliminado por el hígado y los riñones. El metabolismo de la plata se modula mediante la inducción y la unión a las metalotioneínas. Este complejo mitiga la toxicidad celular de la plata y contribuye a la reparación de los tejidos. La alergia a la plata es una contraindicación conocida para el uso de la plata en dispositivos médicos o textiles antibióticos.