Las grasas trans reducen el colesterol «bueno» HDL y aumentan el «malo» LDL. Algunos municipios han respondido prohibiendo las grasas trans en los restaurantes y muchos fabricantes de alimentos han dejado de utilizarlas como ingrediente. Pero hay algunas grasas trans normalmente presentes en la carne y los productos lácteos que estas prohibiciones no tocan. Afortunadamente, esta grasa trans «natural» no es una gran preocupación para la salud, informa el número de julio de 2008 de la Harvard Health Letter.
La hidrogenación -el proceso utilizado para convertir el aceite en grasa trans sólida mediante la adición de hidrógeno- también se produce en la naturaleza. Las bacterias del estómago de los animales hidrogenan los aceites grasos de los piensos, por ejemplo.
Dos estudios financiados por la industria láctea y publicados en el número de marzo de 2008 de The American Journal of Clinical Nutrition compararon los efectos de las grasas trans artificiales y naturales. Un estudio descubrió que el consumo de grasas trans artificiales reducía el HDL en las mujeres estudiadas, mientras que las grasas trans naturales aumentaban el HDL. No hubo diferencias en el modo en que los dos tipos de grasas trans afectaban a los hombres. El otro estudio descubrió que grandes cantidades (3,7% de las calorías) de grasas trans naturales o artificiales producían efectos igualmente negativos en los factores de riesgo de enfermedades cardíacas. Cantidades relativamente pequeñas (1,5% o 0,8% de las calorías) de grasas trans naturales no tuvieron ningún efecto.
La industria láctea quiere que las grasas trans naturales de sus productos queden excluidas de las normas de etiquetado de las grasas trans, por lo que los resultados de estos estudios contribuyen a reforzar sus argumentos, y justifican un sano escepticismo, al igual que muchas investigaciones patrocinadas por la industria. Por otro lado, hay otras razones para creer que la grasa trans natural es menos dañina que la versión artificial.
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