La afirmación: las niguas atacan a los humanos excavando bajo su piel.

Los hechos: las picaduras comienzan como pequeñas protuberancias rojas en el brazo o la pierna de una persona. En poco tiempo se convierten en un grupo de dolorosas ronchas gigantes que pueden hacer que una picadura de abeja parezca un pinchazo. El dolor es tan intenso y dura tanto que la mayoría de las víctimas creen que las plagas, llamadas niguas, simplemente se han metido bajo la piel y han muerto allí.

Pero, según los expertos, lo que la mayoría de la gente cree saber sobre las niguas es erróneo.

Los mitos sobre estos diminutos bichos rojos, que son más activos en las semanas posteriores al 4 de julio, se deben a su parecido con plagas de nombres similares, como la pulga de la nigua, que realmente perfora la piel. Además, son tan microscópicas, más pequeñas que el punto al final de esta frase, que sus víctimas nunca las ven.

Como la mayoría de los insectos, las niguas sólo pueden penetrar la piel fina, y por eso tienden a atacar las rodillas, los tobillos y las caderas. No se alimentan de sangre; en su lugar, utilizan potentes enzimas para disolver las células de una persona y formar una especie de tubo de alimentación, o estilostoma, que se utiliza para succionar tejido líquido.

Es esta paja humana la que permanece incrustada durante semanas y causa tanta agonía, incluso mucho después de que el bicho se haya caído.