B Neandertales

Los neandertales occidentales persistieron durante al menos 200.000 años. En Francia se han encontrado posibles restos fragmentarios de neandertales que datan de hace 230.000 años (Grün et al., 2008), y los restos neandertales indudables más recientes se han encontrado en la cueva de Vindija, en Croacia, datados en aproximadamente 32.000 años antes de Cristo (Wild et al., 2001). Durante este período, Europa pasó por algunas de las más severas de las edades de hielo del Cuaternario, y hay algunas pruebas de que los neandertales penetraron hacia el norte y se retiraron hacia el sur a medida que el hielo se retiraba y avanzaba (Skrzypek et al., 2011). Pero los neandertales y sus parientes cercanos se extendieron mucho más durante este periodo. Se han encontrado neandertales con morfologías menos extremas que las de Europa Occidental en Oriente Medio, sobre todo en yacimientos de cuevas en el norte de Israel, y en el norte de Irak.

Oleadas tempranas de neandertales u otros homínidos se asentaron en los alrededores de las cuevas israelíes hace al menos 400.000 años, una fecha basada en un pequeño número de artefactos que se han descubierto en las profundidades de los depósitos de las cuevas (Hershkovitz et al., 2011). Hay claras pruebas fósiles de ocupaciones neandertales de las cuevas a partir de hace unos 100.000 años. Este último periodo se solapa en el tiempo y el espacio con la ocupación de las cuevas cercanas por parte de los humanos modernos, y tanto los restos neandertales como los de los «humanos modernos» muestran intrigantes signos de convergencia morfológica. Cada uno de ellos era morfológicamente distinto de los neandertales occidentales y de los humanos actuales (Rightmire, 2009).

Este solapamiento de Oriente Medio en el tiempo y el espacio ofrece una oportunidad para la introgresión neandertal-humana. El hecho de que los europeos y los asiáticos muestren la misma cantidad de introgresión sugiere que esta puede haber sido la única región en la que tuvo lugar la introgresión (Green et al., 2010). Puede que la aparente convergencia morfológica entre humanos y neandertales en Oriente Medio refleje un intercambio genético. No hay indicios de introgresión humana moderna en los genomas de los neandertales croatas, pero esto no descarta la posibilidad de dicha introgresión en Oriente Medio, donde aún no se dispone de genomas neandertales.

Por rutas y momentos aún por determinar, los neandertales y al menos otro grupo emparentado lejanamente con los neandertales se extendieron a otras partes de Asia occidental y al menos hasta Asia central. Se han encontrado artefactos típicos de los neandertales en la cueva de Denisova, en las montañas de Altai, al sur de Siberia, que fue ocupada por primera vez hace 280.000 años (Derevianko, 1998). La información genómica extraída de un hueso de dedo encontrado en el yacimiento muestra que la hembra a la que pertenecía el hueso llevaba una secuencia de ADN mitocondrial que divergía de las secuencias humanas modernas hace un millón de años (Krause et al., 2010). La cobertura en 1,9 veces del genoma nuclear del mismo hueso mostró que esta hembra compartía alguna ascendencia con los neandertales y que su genoma nuclear era tan divergente de los humanos modernos como lo son los neandertales de Europa central (Reich et al., 2010).

Los neandertales y los homínidos que les precedieron estaban geográficamente dispersos, y también eran morfológica y culturalmente diversos. Aunque los primeros de estos pueblos pudieron establecerse en el sur y el oeste de Europa durante largos periodos, sus descendientes solo pudieron colonizar las regiones climáticamente más severas de Europa Central de forma periódica, siempre que el clima ártico cedía ligeramente (Skrzypek et al., 2011). Los neandertales comían plantas cocidas en Europa occidental y en Irak, como demuestran las partículas de plantas cocidas atrapadas que se han encontrado en el cálculo dental (Henry et al., 2011). La energía extra liberada por la cocción (Wrangham, 2009) debe haber ayudado a sus migraciones, pero también puede haber limitado lo lejos que podrían haberse extendido en las regiones subárticas sin fuentes de leña una vez que se hicieron dependientes de la tecnología de la cocina.

Sabemos poco sobre la vida cotidiana de los neandertales. La tecnología de los últimos neandertales era avanzada, pero no está claro cuántos de estos avances eran el resultado de su propia inventiva y cuántos provenían de los contactos con los humanos modernos. En la Grotte du Renne se han encontrado adornos personales junto con restos neandertales. Estos ornamentos son similares en complejidad a los de la cultura auriñaciense que se asocia con los primeros humanos modernos de Europa. Estos ornamentos están ausentes en la tecnología más primitiva del Chatelperroniense, que se asocia más a menudo con los neandertales occidentales. Esta aparente asociación anómala en la Grotte du Renne puede, sin embargo, ser el resultado de la mezcla de las capas estratigráficas en el suelo de la cueva (Higham et al., 2010; Mellars, 2010).

Incertidumbres similares rodean los indicios de la cultura neandertal. Uno de los seis esqueletos, de hace 50.000 años, que se encontraron en la cueva de Shanidar, en el norte de Irak (Stewart, 1977), podría haber sido enterrado con algún tipo de ceremonia con ramos de flores. Las pruebas tafonómicas relativas a éste y otros posibles enterramientos neandertales elaborados también se han puesto en duda, pero siguen existiendo muchos desacuerdos (Gargett, 1999 y discusión posterior).

Es posible que muchos indicios de la cultura y la tecnología neandertales se hayan perdido simplemente porque es poco probable que se hayan conservado. En un yacimiento de turba alemán se han encontrado lanzas de madera notablemente sofisticadas de 400.000 BP (Thieme, 1997). Un hallazgo de este tipo es raro, porque los artefactos de madera casi siempre perecen rápidamente, a menos que se conserven en circunstancias inusuales. No obstante, este descubrimiento ofrece una visión tentadora de lo que podría haberse perdido.

Hay una buena evidencia de que la tecnología preneandertal y neandertal cambió con el tiempo, ya que estos pueblos se adaptaron a las fluctuaciones del clima y a los cambios en las poblaciones de animales y plantas. Las herramientas de guijarros con lascas talladas que aparecieron por primera vez en el registro fósil hace unos 1,3 millones de años AP fueron sustituidas por hachas de mano y cuchillas hace unos 600.000 años. Otros cambios tecnológicos tuvieron lugar mucho antes de la invasión de Europa por los humanos modernos. Por ejemplo, en Orgnac, un yacimiento combinado de aire libre y cuevas en el sureste de Francia, una transición de la ocupación periódica a la ocupación continua desde 350.000 a 200.000 años AP estuvo acompañada por la sustitución de herramientas primitivas por otras más sofisticadas del tipo Levallois y por la aparición de métodos sistemáticos de carnicería que se utilizaban en los cadáveres de caballos y bóvidos (Moncel et al., 2011).

En resumen, los neandertales y los pueblos que les precedieron y siguieron fueron un grupo complejo de homínidos con una historia que implicó una serie de migraciones fuera de África. Algunas de estas migraciones pueden haber dado lugar a sustituciones o casi sustituciones de poblaciones anteriores que fueron tan drásticas como la sustitución más reciente de los neandertales por los humanos modernos. Esta historia potencialmente compleja puede ayudar a explicar por qué los neandertales centroeuropeos y los denisovanos pueden remontarse a un último ancestro común con los humanos modernos hace sólo medio millón de años, a pesar de que los primeros homínidos aparecieron en Europa hace 1,7 millones de años.

Los neandertales y sus antepasados disponían de una tecnología sofisticada y evolutiva que les permitió penetrar en regiones prohibidas del norte de Europa y sobrevivir en climas más duros que los actuales. Y, como se ha descubierto recientemente, sus parientes cercanos, los denisovanos, emigraron a Asia central y posiblemente incluso más al este, donde entraron en contacto con los humanos modernos (y quizá con migrantes anteriores como el H. erectus) en el proceso (Reich et al., 2010).