• El 13 de marzo de 2017
  • Por Moshe Ratson, MBA, MS, LMFT, GoodTherapy.org Topic Expert

Volcán en montaña nevada comenzando a entrar en erupción«El hombre enojado apunta a lo que puede alcanzar, y la creencia de que alcanzarás tu objetivo es agradable.» -Aristóteles

La ira tiene una reputación negativa cuando se compara con emociones positivas como la felicidad, el entusiasmo y la esperanza. Tal vez la falta de respeto por la ira tenga su origen en razones sociales, culturales y religiosas, así como en la evidente manifestación de sus resultados, a menudo destructivos, como la agresión y la violencia. De hecho, muchos creen que estaríamos mejor sin la ira como emoción. Sin embargo, cada vez más psicólogos sociales y evolutivos, científicos del cerebro y profesionales de la salud mental sugieren que la ira tiene cualidades valiosas y puede ser beneficiosa para la condición humana.

Desde una perspectiva evolutiva, todas las emociones son apropiadas en ciertas circunstancias cuando se experimentan en un grado óptimo, proporcionando los recursos para operar eficazmente hacia un objetivo deseado. Por ejemplo, ciertos niveles de estrés y ansiedad nos empujan a rendir a un alto nivel. La tristeza puede ser catártica, ya que nos llena de aprecio por lo que hemos perdido a la vez que indica a los demás que necesitamos apoyo para recuperarnos y sanar. Del mismo modo, la ira de leve a moderada puede ayudarnos a avanzar positivamente; sin embargo, la ira extrema o crónica puede ser perjudicial para nuestro bienestar.

La ira no es sólo una reacción agresiva. A menudo nos proporciona información que nos permite relacionarnos mejor con el mundo que nos rodea (así como con nosotros mismos). Si vemos la ira como algo que nos hace estar más informados, podemos adaptar nuestra respuesta en consecuencia para mejorar nuestra posición. Con este fin, la siguiente es una lista de beneficios que la ira puede proporcionar cuando se alcanza el nivel apropiado de la emoción.

La ira está diseñada para promover la supervivencia

Las emociones evolucionaron para mantenernos a salvo. Nuestra respuesta de lucha, que evolucionó para que pudiéramos defendernos de un enemigo o de un peligro, surge de la ira. La ira está incrustada en nuestra necesidad primitiva de vivir y protegernos contra la agresión. La ira lleva a las personas a estar extremadamente atentas a las amenazas y agudiza nuestra atención. Cuando nos vemos amenazados o atacados por un depredador, la ira se activa automáticamente y nos empuja a contraatacar y a actuar con rapidez y contundencia para protegernos.

La descarga de la ira es calmante

Cuando estás enfadado, experimentas dolor físico y emocional. Cuando experimentas dolor físico y emocional, la ira te motiva fuertemente a hacer algo al respecto. Como tal, la ira te ayuda a lidiar con el estrés descargando primero la tensión en tu cuerpo, y al hacerlo calma tus «nervios». Por eso puedes tener una reacción de ira y después sentirte tranquilo.

La ira proporciona una sensación de control

La ira está relacionada con una profunda necesidad de control. La ira protege lo que es nuestro, ayudándonos a sentirnos al mando en lugar de indefensos. La función de la ira es infligir costes o retener beneficios de los demás para aumentar nuestro bienestar. Las personas que experimentan y muestran su ira de forma adecuada están en mejor posición para satisfacer sus necesidades y controlar su destino que las que reprimen su ira. Dicho esto, es importante evitar obsesionarse con la sensación de poder que puede suscitar la ira.

La ira nos da energía

Desde el punto de vista de la supervivencia, nos defendemos cuando tomamos represalias y hacemos que los demás nos teman. La ira nos protege cuando alguien quiere hacernos daño. Nos da la fuerza y la agresividad para ayudarnos a vencer a un enemigo más fuerte. En las situaciones cotidianas, la ira sirve como fuerza positiva para motivarnos a defendernos y a encontrar de forma creativa soluciones a los retos a los que nos enfrentamos. Como dice Richard Davidson, la ira «moviliza los recursos, aumenta la vigilancia y facilita la eliminación de los obstáculos que se interponen en nuestra búsqueda de objetivos, sobre todo si la ira puede separarse de la propensión a dañar o destruir».

La ira nos motiva a resolver problemas

Cuando sentimos que las cosas están fuera de lugar, podemos enfadarnos. Si las cosas no son como deben ser y deben cambiar, la ira nos impulsa a hacer algo y nos motiva a encontrar soluciones a nuestros problemas. La ira se desencadena cuando nos enfrentamos a un obstáculo o a un individuo (o a algo más) que bloquea nuestras necesidades. Nos prepara para lidiar con la obstrucción o el problema en nuestro camino para poder llegar a donde queremos estar.

La ira nos hace conscientes de la injusticia

A menudo experimentamos ira cuando se nos niegan derechos o cuando nos enfrentamos a insultos, faltas de respeto, injusticias o explotación. La ira sirve como sistema de orientación interna que indica que algo no está del todo bien, que alguien nos ha tratado de forma injusta o desleal. La ira ayuda a comunicar a los demás: «Será mejor que me trates con justicia; de lo contrario, pagarás un alto coste». A nivel global, defender la falta de justicia puede evitar que la gente se aproveche de los demás. Este tipo de ira puede provocar un cambio positivo en la sociedad y aumentar el coste social de portarse mal.

La ira nos impulsa hacia nuestros objetivos

La ira nos empuja a perseguir nuestras metas y recompensas deseadas. Cuando no conseguimos lo que queremos, la ira se dispara e indica que nos hemos alejado de nuestros objetivos deseados. La ira trata de eliminar lo que nos impide realizar nuestros deseos. Nos da energía y nos empuja a actuar al servicio de la consecución de nuestros objetivos y a trabajar por nuestros ideales.

La ira inyecta optimismo

Sorprendentemente, la ira puede desencadenar el optimismo. Puede animarnos a centrarnos en lo que esperamos conseguir, en lugar de centrarnos simplemente en el dolor, el insulto o la victimización. El sistema de la ira se orienta hacia lo que es alcanzable, no hacia lo imposible. Cuando estamos enfadados, a menudo nos sentimos positivos respecto a nuestra capacidad para cambiar la situación, lo que nos capacita para actuar y pasar de una posición indeseable a otra deseable.

La ira sirve como indicador y regulador de valores sociales y personales. Se activa cuando nuestros valores no están en armonía con la situación a la que nos enfrentamos. En consecuencia, nos hace conscientes de nuestras creencias profundas y de lo que defendemos.

La ira protege nuestros valores y creencias

La ira sirve como indicador y regulador de valores sociales y personales. Se activa cuando nuestros valores no están en armonía con la situación a la que nos enfrentamos. En consecuencia, nos hace conscientes de nuestras creencias profundas y de lo que defendemos. También nos motiva a rectificar la discrepancia y a tomar medidas para cambiar la situación (o nuestra creencia) para alinear la realidad a la que nos enfrentamos con nuestros valores.

La ira es una herramienta de negociación

La ira estalla de forma natural cuando alguien da un valor o peso inferior a tu bienestar en relación con el suyo. La ira está diseñada para recalibrar la situación y así aumentar nuestro valor. La ira también afirma con fuerza nuestra posición y puede conducir a la conformidad de los demás. La ira nos impulsa a responder al conflicto de forma que nos ayude a negociar en nuestro beneficio. Hace que los demás se replanteen su posición frente a la nuestra. Señala a la otra parte: «Lo que propones es demasiado costoso para mí. Estarías mejor si cambiaras el valor que me asignas (disminuye mi coste o aumenta tu valor)»

La ira aumenta la cooperación

Si la ira está justificada y la respuesta es adecuada, normalmente se corrige el malentendido, lo que conduce a una mayor cooperación. El enfado indica a los demás que es importante que nos escuchen, que nos sentimos molestos y que es conveniente prestar atención a nuestras palabras. El enfado comunica: «No me gusta la situación, y tenemos que trabajar juntos para encontrar una solución mejor». La ira te hace defenderte y desafiar constructivamente a la otra parte. Como tal, la ira fomenta la cooperación.

La ira mejora las posiciones de negociación

La ira puede conducir a mejores resultados en las negociaciones comerciales. Mientras dos partes negocian, el negociador que parece más enfadado puede estar en mejor posición para inclinar el acuerdo a su favor. Del mismo modo, cuando una de las partes cree que la otra parte negociadora está enfadada, puede estar más dispuesta a llegar a un acuerdo. En este sentido, la ira sirve como herramienta de negociación utilizada para persuadir, llegar a un acuerdo o mejorar la posición negociada.

La ira cubre los sentimientos dolorosos

De forma similar a los mecanismos de defensa de Sigmund Freud que existen para proteger la personalidad de una ansiedad insoportable cuando el ego está siendo atacado, la ira cumple esta función psicológica crítica. La ira es una emoción cruda y «superficial» que impide (defiende/bloquea) sentir emociones aún más dolorosas. Por ejemplo, una persona que fue traicionada por su pareja puede utilizar la ira para controlar a su pareja en lugar de compartir su propio dolor, que es difícil de soportar.

La ira nos empuja a alcanzar un yo más profundo

La ira es generalmente una emoción muy aparente y a veces puede ser volcánica. Sin embargo, como un volcán que se forma cuando el magma empuja hacia arriba a través de la corteza terrestre desde abajo, depositando lava en la superficie, hay muchas fuerzas que empujan la ira a la superficie, como el miedo y la actitud defensiva. Puede ser el miedo a perder el control o el miedo a estar solo, rechazado, abandonado, no amado, etc. La ira proporciona una visión de nosotros mismos, ya que es la capa de cuestiones más profundas que están más ocultas. Por eso es importante rastrear el rastro de la ira y escarbar para encontrar y abordar su origen. Sólo después de abordar el bloqueo que conduce a la ira podemos liberarnos de la miseria que a veces induce.

La ira puede conducir a la autosuperación

La ira puede hacernos mejores personas y puede ser una fuerza de cambio positivo. Proporciona una visión de nuestros defectos y carencias. Si se mira de forma constructiva, puede conducir a resultados positivos. Al igual que la motivación, puede conducir a un cambio en uno mismo. Por ejemplo, si uno sabe que ciertas cosas le hacen enfadar, puede trabajar en estos desencadenantes para mejorar su respuesta a ellos y, al hacerlo, mejorar su calidad de vida y sus relaciones.

Sentir ira mejora la inteligencia emocional

Las personas dispuestas a aceptar emociones incómodas como la ira, en lugar de evitarlas o reprimirlas, tienen una mayor inteligencia emocional. Los individuos emocionalmente inteligentes no se resisten a la ira, sino que utilizan su «sabiduría» para obtener sus aspectos positivos. Como resultado, tienen sistemas de respuesta emocional altamente flexibles y son más adaptables y resistentes.

Conclusión

A pesar de una reputación desfavorable, el concepto de ira constructiva está ganando más apoyo empírico de los investigadores y puede tener un papel beneficioso en nuestras vidas. La ira es una parte integral de nuestro mecanismo de lucha o huida. Tuvo una necesidad de supervivencia en el pasado y también tiene algún valor positivo en el presente. La motivación y la acción impulsadas por la ira pueden impulsarnos a alcanzar nuestros objetivos. Nos empuja a arreglar los males que vemos en el mundo y a corregirlos.

La ira extrema es eficaz en situaciones graves de vida o muerte. Sin embargo, esta modalidad rara vez es útil en la vida cotidiana. La clave de su eficacia es que la ira se exprese con la intensidad adecuada a la situación, sintiéndola (en lugar de reprimirla) y utilizándola de forma sabia. Como decía Aristóteles, hay que enfadarse «con la persona adecuada y en el grado adecuado y en el momento adecuado y con el propósito adecuado, y de la manera adecuada.» Añadió que esto no es fácil.

Me gustaría terminar utilizando una metáfora: La ira, como el fuego, es una fuerza primordial. Cuando se deja sin control, puede ser destructiva, sin embargo, cuando se gestiona y se utiliza sabiamente, puede ser un instrumento beneficioso y poderoso que conduce a la iluminación.

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