por: E.B. Johnson
Las relaciones que compartimos con nuestras madres son realmente únicas. Desde que llegamos a este mundo, nos nutren como nadie más en nuestras vidas. Nos llenan de confianza y amor, y atemperan la dura experiencia de la vida ofreciéndonos un lugar de refugio permanente contra la tormenta. Sin embargo, este no es el caso de todos. Para algunos, la relación que comparten con su madre es turbulenta, tensa y tóxica. ¿Qué hacer cuando tu madre te hace más daño que te ayuda?
La respuesta, por desgracia, no es fácil de conseguir. Nuestras madres son importantes y ocupan un lugar especial en nuestros corazones, incluso cuando no son el padre que necesitamos o merecemos. Aunque te reprendan, menosprecien y critiquen cada uno de tus movimientos, es difícil dejar ir a la primera persona que buscas con anhelo y amor. Sin embargo, dejar ir es necesario cuando el vínculo que compartimos con nuestra madre se ha vuelto agrio, peligroso o tóxico para nuestra felicidad y autoestima.
Aunque la televisión y el cine han construido un tipo muy específico de relación entre madre e hijo, no siempre es un camino de rosas en lo que respecta a esta conexión. Como cualquier otra relación, el afecto y la comunicación que compartimos con nuestros padres puede llegar a torcerse. Además, los seres humanos tienen sus propios defectos e historias trágicas, lo que puede hacer aún más difícil mantener la compasión y ver al otro en igualdad de condiciones.
La relación que compartes con tu madre puede ser tan tóxica, tan destructora del alma, como cualquier otra relación de la que formes parte. Aunque nos han enseñado a venerar a nuestras madres y a aceptarlas pase lo que pase, sigues teniendo derecho a ser feliz y a estar segura. Sin embargo, cuando estás atado a una madre tóxica, ninguna de esas cosas es posible.
Si estás listo para superar esta relación tóxica, tienes que emplear algo de honestidad brutal. Tienes que empezar a ver a tu madre por lo que es y ver también tu propia humanidad en todo ello. Nadie se merece que lo hagan pequeño. Nadie merece que le digan que no es lo suficientemente bueno, o que lo que quiere para sí mismo y su futuro no es válido. Defiéndete a ti mismo. Encuentra el valor para actuar en nombre de tu propio bienestar y ten el suficiente respeto por ti mismo para cortar los lazos con la persona que ha causado tanto daño.
- Señales de que es hora de cortar los lazos con tu madre tóxica.
- La culpa y el malestar interminables
- La crítica viene de serie
- Buscando un salvador
- Manipulación de pensamientos y sentimientos
- Forzar el juego de la culpa
- Subrayando tu relación
- Explosiones emocionales
- Enfermedad mental no controlada
- Control, control, control
- Las mejores formas de separarse de un padre tóxico.
- La aceptación como primer paso
- Tenga claras sus intenciones
- Ten una conversación sincera
- Suelta la culpa y la vergüenza
- Deja que tu niño interior corra libre
- Poniendo todo en orden…
Señales de que es hora de cortar los lazos con tu madre tóxica.
¿Estás tratando con una madre tóxica o abusiva? Puede que sea el momento de cortar los lazos y alejarse, pero no antes de buscar las señales de advertencia.
La culpa y el malestar interminables
Cuando se trata de la madre tóxica, nunca se acaba la culpa y el malestar. Cada conversación termina en conflicto, o en un aumento de tus propios sentimientos de culpa, vergüenza y autoestima erosionada. De forma regular, te hacen sentir peor sobre ti mismo, y lo hacen tanto con comentarios sarcásticos como con sutiles desaires que te golpean en el alma. Esto puede venir de sus propias inseguridades, o de una necesidad de mantenerte pequeño para conservar su poder sobre ti.
La crítica viene de serie
¿Tu madre te critica o te critica sin cesar? Comentan sobre tu peso, tus relaciones, tu carrera o tus amigos con poca consideración y sin abandono? ¿Te hacen sentir pequeño con sus palabras y su falta de respeto? Este es un síntoma clásico de una relación tóxica, y es un sistema que utilizan regularmente las madres que se esfuerzan por mantener a sus hijos en un estado de inferioridad o inseguridad.
Buscando un salvador
No todas las madres tóxicas son gritonas y críticas mojigatas. A veces, una relación tóxica entre madre e hijo se parece más a un estereotipo dado la vuelta. Puede tratarse de la madre que busca a su hijo como un salvador. Tal vez tu madre espera que lleves sus cargas por ella, o que retomes el papel de padre en su vida. Tal vez depende de ti económicamente, o se aferra a ti mental y emocionalmente.
Manipulación de pensamientos y sentimientos
La manipulación es una táctica común utilizada por la madre tóxica, y puede llevar muchas caras diferentes. Esta manipulación puede ser emocional. Tal vez tu madre utilice las lágrimas o las protestas de dolor para hacerte sentir culpable, para que te sometas a su voluntad. En el extremo opuesto, puede recurrir a la manipulación mental y a complicados y matizados juegos de apoyo y negación para ganarse tu lealtad (o servidumbre).
Forzar el juego de la culpa
Cuando se trata de tu madre, ¿te encuentras pidiendo disculpas constantemente? Incluso cuando no eres el culpable? De nuevo, esta es una táctica común utilizada por los padres de hijos adultos en todos los ámbitos. En lugar de asumir la responsabilidad de sus propios errores, te echan la culpa a ti, obligándote a interiorizarla y a asumirla a tu propio coste y carga. Forzan el juego de la culpa y te obligan a asumir el peso de todo lo que va mal en tu relación o en tu familia.
Subrayando tu relación
A las madres tóxicas les encanta involucrarse en las relaciones de sus hijos, y les encanta causar problemas y angustias donde de otra manera no había problemas. ¿Tu madre se mete en medio de tus relaciones? ¿Causa problemas o siembra semillas de duda y conflicto mientras atropella a tu pareja? De nuevo, esta es una táctica común utilizada para ejercer el control y socavar tu felicidad.
Explosiones emocionales
Cuando tu madre se enfada (contigo o con cualquier otra persona) ¿cómo es su respuesta? Las explosiones dramáticas y volátiles pueden ser a menudo un signo de una relación plagada de comportamientos tóxicos. Si tu madre arremete, gritando y aterrorizando a cualquiera y a todos los que se niegan a sus deseos – podría ser el momento de tomarse en serio el aclararse y ponerse a salvo.
Enfermedad mental no controlada
Vivir con y amar a alguien con una enfermedad mental puede ser un reto y una lucha… especialmente cuando esa persona es tu madre. Aunque amamos a nuestros padres, no siempre es posible apoyarlos en su enfermedad mental. Esto es especialmente cierto cuando se niegan a apoyarse a sí mismos. Un padre que se niega a recibir ayuda, a tomar la medicación o a abordar sus problemas no es alguien a quien podamos aferrarnos. Tenemos el derecho de proteger nuestra propia salud mental, y la responsabilidad de asegurarnos de proteger nuestra felicidad y seguridad.
Control, control, control
Quizás no haya síntoma más revelador de un padre tóxico que la cuestión del control. ¿Tienes una madre que insiste en controlar tu vida o en tomar las decisiones por ti (y por tus hermanos)? ¿Se niega a escuchar tus ideas? ¿Se niega a ver el valor de tus objetivos? El padre controlador no es alguien que busque el interés de su hijo. Es alguien que mira por su propia imagen, y por la imagen de una familia que quiere construir.
Las mejores formas de separarse de un padre tóxico.
No tienes que permitir que el comportamiento tóxico de tu madre socave tu vida para siempre. Puedes defenderte y puedes encontrar la fuerza para cortar poco a poco los lazos y descubrir tu alegría. Sin embargo, para ello tienes que profundizar y dar prioridad a tus necesidades mientras te esfuerzas por aprovechar tu propio valor y poder personal.
La aceptación como primer paso
Antes de poder seguir adelante y alejarte de tu madre, tienes que aceptar quién es y cómo te afectan su comportamiento y sus elecciones. La aceptación no es la permisividad. Es simplemente ver la realidad tal y como es y encontrar el valor para decir: «Vale». Hasta que no cultives la aceptación, no podrás ver dónde estás parado o hacia dónde tienes que ir. Es el primer paso para pasar a la acción, y el primer paso para separarte de una madre que no puede ver tu valor.
Quítate las gafas de color de rosa y deja de forzar a tu madre a entrar en la caja en la que quieres que encaje. Sé brutalmente honesto. ¿Quién es tu madre? Cuando te duele, ¿cómo te trata ella? Cuando te enfadas, ¿qué soluciones te ofrece? ¿Puedes confiar en ella? ¿Te tiene en cuenta cuando toma decisiones que dan forma y cambian a tu familia?
Ve a tu madre como el ser humano que es. Considera todas sus partes: la niña herida, la mujer insegura, la arpía sabia con más experiencia de la que puedes reunir. Comprende que, al igual que tú eres defectuosa y estás rota… ella también lo es. Bájala del pedestal y mírala tal y como es. ¿Cómo te afecta? ¿Aporta gracia y apoyo a tu vida? ¿Te aporta misericordia cuando el mundo es cruel? Al igual que cualquier otra relación, el amor que compartimos con nuestras madres debería añadir (no restar) a nuestras vidas.
Tenga claras sus intenciones
Una vez que se haya permitido ver a su madre tal y como es, necesita averiguar sus propias intenciones y cómo quiere proceder. Si has decidido cortar los lazos con ella por su mal comportamiento, tienes que asegurarte de que estás preparado para dar este paso. Cortar con alguien de tu vida es una experiencia para siempre (en muchos casos). ¿Estás preparado para despedirte de tu madre para siempre? ¿Lo haces por la necesidad de ser feliz, o por la necesidad de castigar?
No te equivoques: si crees que cortar a tu madre de tu vida la hará cambiar, te equivocas. No cambiamos por otras personas. No es así. Somos los únicos que podemos cambiar nosotros mismos, y sólo podemos hacerlo cuando decidimos que es algo que queremos emprender para nuestra propia felicidad.
«Castigar» a tu madre no va a funcionar. Sobre todo si ella no te ve como un igual, ni digno, ni respetado. Tienes que asegurarte de que estás cortando los lazos por las razones correctas: tu necesidad de paz y respeto en tu vida. Todo lo que vaya más allá de eso podría indicar un cierto nivel de falta de preparación, o una falta de consideración. Date tiempo para pensar en todos los pros y los contras, y pasa a la acción sólo cuando estés seguro de que estás preparado para dejarlo ir.
Ten una conversación sincera
Después de cultivar la aceptación y alinear tus intenciones, el siguiente paso natural es informar a tu madre de los próximos cambios. Sin embargo, antes de hacerlo, tómate un tiempo para apuntalar tus límites. Ten una visión clara de lo que esperas y de cómo quieres proceder. Sepa también qué comportamiento está y no está dispuesto a aceptar, y déjelo explícitamente claro desde el principio.
Una vez establecidos los límites, busque un momento y un lugar cómodos (y seguros) para sentar a su madre y tener una conversación sincera. Si tu madre es especialmente tóxica o volátil, solicita la ayuda de un amigo, o incluso de un experto en temas familiares que pueda ayudaros a los dos a navegar por la difícil conversación que se avecina con respeto y civismo.
Evita el lenguaje culpabilizador (es decir, tú hiciste esto, tú hiciste aquello…) y limítate a los hechos que conoces. Explica cómo te sientes y por qué, pero elimina cualquier lenguaje «tú» que pueda enardecer la conversación. En su lugar, describe los escenarios como si fueras independiente («Sucedió el evento A, y eso me hizo sentir mal»). No te reprimas y deja claro lo que viene a continuación. Una vez que te hayas dado espacio para explicar dónde estás, deja espacio para que ellos hagan lo mismo… pero no aceptes el abuso.
Suelta la culpa y la vergüenza
Hay mucha culpa y vergüenza asociada a nuestras relaciones parentales tóxicas, y eso es a menudo precisamente lo que nos mantiene atrapados en sus bucles y patrones venenosos. Tenemos que superar esa culpa y esa vergüenza si esperamos liberarnos de la oscuridad y encontrar un camino hacia nuestra propia luz. No somos responsables del dolor de nuestros padres, ni estamos en deuda con ellos para siempre por las decisiones que tomaron.
Aunque debes estar agradecido por los sacrificios que tu madre hizo por ti, no debes permitir que esos sacrificios te conviertan en un mártir. No tienes que sacrificarte en el altar de la caridad de tu madre para siempre. En muchos casos, tu madre tomó la decisión de tenerte. Esa elección conlleva responsabilidades que nunca han recaído sobre tus hombros.
Deja de permitir que tu madre te haga sentir culpable para que te aferres a su dolor. No permitas que sus historias de dolor y miseria sean las cadenas que impidan tu propio futuro alegre. El dolor que otros le causaron no es excusa para el dolor que ella te causa. Abraza tu propio poder y visualízate libre de sus enredos. Apóyate en tu espacio personal y celebra tu individualidad un poco más cada día.
Deja que tu niño interior corra libre
Cortar los lazos con tu madre es una sensación extraña, y durante mucho tiempo no estarás seguro de cómo seguir adelante. Para restablecerte como una nueva persona independiente, necesitas volver a conectar con la alegría, el optimismo y el amor en tu vida. La forma más eficaz de hacerlo es abriendo la puerta a tu niño interior para que vuelva a surgir. Poco a poco, aprenderá a redescubrir el mundo y lo que significa ser visto, valorado y amado por lo que es y por lo que es.
Aléjate de tu madre y deja que tu niño interior salga a correr libremente. Tómalos de la mano y asegúrales que ya no hay ningún monstruo debajo de la cama. Hazle saber que ahora tiene una oportunidad de ser feliz y que puede bailar como quiera. Deléitese con la alegría de esta nueva libertad y utilice este proceso para volver a aprovechar su sentido infantil de la maravilla.
Haga un esfuerzo consciente para dejar salir a su niño interior cada día, o cada semana. Déle rienda suelta para que explore nuevas relaciones con toda la curiosidad infantil que hace del aprendizaje una experiencia agradable. Deja de lado las críticas internas y los ecos de una madre que no supo amar tan bien como necesitaba. Vuelve a criar a tu niño interior y dale el apoyo que nunca encontró en los cuidadores que le precedieron. Agradece a tu madre lo que hizo, pero despídete amablemente y permítete a ti mismo (y a tu niño interior) seguir adelante y sanar.
Poniendo todo en orden…
Aunque la relación que compartimos con nuestras madres está destinada a ser sagrada y tranquilizadora, no siempre se desarrolla así. A veces, las relaciones que mantenemos con nuestros padres se vuelven tóxicas y hacen más daño que bien. En esos momentos, es importante defendernos y hacer balance. Tenemos derecho a ser felices, y eso no tiene por qué incluir a una madre que te critica, te menosprecia o se esfuerza por destruir tu felicidad.
Acepta quién es tu madre y acepta también cómo influye en tu vida. Quítate las gafas de color de rosa y mírala como es, no como deseas que sea. Una vez que des un paso valiente hacia esta nueva realidad, podrás empezar a establecer tus intenciones y decidir qué curso de acción es el mejor para ti y tu bienestar. Sopesa los pros y los contras de alejarte, y entiende que no es una herramienta de castigo y que no es una forma de obligar a tu madre a cambiar. Sabiendo lo que tienes que hacer, sienta a tu madre y ten una conversación sincera con ella. Comunica también tus sentimientos y tus nuevos límites. Evita el lenguaje culposo, pero hazle saber dónde están los nuevos límites. Permítete soltar toda la culpa y la vergüenza, y empodérate para avanzar con auténtica alegría sacando a tu niño interior a celebrar su nueva libertad con regularidad.
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