Este es el cuerpo de verdad búdico, la culminación de la realización personal, y no hay seres sintientes que hayan alcanzado la budeidad a través de su indicación directa por medio de palabras y luego realizada en consecuencia. Sin embargo, el factor causal que lleva a uno a alcanzar ese cuerpo de verdad último es el Dharma de transmisión que indica, sin ningún error, la profunda thatness y los medios hábiles. Por medio del camino -es decir, escuchando, reflexionando y meditando correctamente sobre el Dharma de la transmisión- se adquiere indefectiblemente la gnosis experimentada personalmente por los seres nobles. Con esa gnosis, uno realiza infaliblemente la thatness, el objeto inconcebible de la sabiduría experimentada personalmente, y finalmente uno realiza la gnosis de Buda, el cuerpo de la verdad. Así, el objeto de la sabiduría experimentada personalmente, aunque no se indica directamente con palabras, se basa en el Dharma de la transmisión y se indica indirectamente.

En consecuencia, la meditación de un practicante que posee una calma sostenida y una visión profunda no es inútil, ya que es en dependencia de tal meditación que surgirá la gnosis realizada personalmente. La meditación, en efecto, vale la pena, y por lo tanto los sūtras y otras enseñanzas, que los sugatas han dado para que uno pueda meditar correctamente, tampoco son inútiles. Pues a diferencia de las prácticas no budistas, como la meditación en el yo, que no están relacionadas con el camino de la meditación en la thatness y que no son una forma de alcanzar la liberación, el Dharma enseña inequívocamente la thatness de las cosas, la meditación en el no-self, etc.; y a través de su escucha, la reflexión sobre su significado y la meditación de acuerdo con la certeza que uno ha adquirido con ello, se producirá la visión personalmente experimentada de la thatness.

Si fuera de otra manera y uno pudiera ver directamente ese mismo significado simplemente escuchando las enseñanzas sobre el no-yo y demás, uno se liberaría allí mismo, y no tendría sentido meditar sobre el significado de esas enseñanzas. Y si uno pudiera practicar la meditación sobre el no-yo sin escuchar las enseñanzas pertinentes, tampoco tendría sentido enseñar las Excelentes Palabras de Buda. Pero es imposible que el Buda haya enseñado sin razón. Para adquirir la gnosis de los seres nobles, la sabiduría experimentada personalmente que realiza la realidad última tal y como es, primero hay que escuchar el sagrado Dharma, luego reflexionar sobre su significado de modo que se adquiera certeza, y posteriormente meditar puntualmente en ese significado. Por lo tanto, primero es necesario dar lugar a la sabiduría que surge de la escucha, y es por esta razón que el Dharma de la transmisión, que implica escuchar las enseñanzas y explicarlas, es muy valioso y muy necesario.

3. Cómo enseñar el Dharma

Este tema se divide en (1) la manera en que los bodhisattvas enseñan el Dharma y (2) la manera en que los budas enseñan el Dharma. El primero de ellos se divide a su vez en tres secciones: (1) las diferentes formas de enseñar; (2) la excelencia de la importación; y (3) la excelencia de las palabras.

a. La forma en que los bodhisattvas enseñan el Dharma

i. Diferentes maneras de enseñar

La enseñanza de los bodhisattvas sublimes

Se produce a través de la transmisión, la realización y la maestría:

De la boca, de la forma de todo tipo,

Y del espacio emana. (XIII, 4)

En el nivel de la aspiración sincera, los bodhisattvas explican el Dharma tal y como lo han escuchado de otros maestros espirituales -budas y bodhisattvas-. En otras palabras, enseñan basándose en la transmisión. Desde el primer nivel de bodhisattva hasta el séptimo, enseñan a través del poder de su comprensión de la extensión de la realidad. En los tres niveles puros, explican el Dharma a través de su dominio espontáneo de la gnosis no conceptual y del conocimiento preternatural. Esto hace que haya tres categorías.

Además, en el octavo nivel y en los niveles superiores, a través de la bendición de su maestría, el sonido de las enseñanzas del Dharma sale como una canción melodiosa de sus propias bocas y de las de otras personas, de los sonidos de los instrumentos musicales, etc. De todo tipo de formas -muros, instrumentos musicales y otras formas- salen los sonidos del Dharma. Y desde el cielo también llega el sonido del Dharma que se enseña.

ii. La excelencia de la importancia

Extensa, disipadora de dudas,

Aceptable, e indicativa de ambas naturalezas-

Esta, la enseñanza de un bodhisattva,

Se dice que es perfecta. (XIII, 5)

Como resultado de haber escuchado muchas enseñanzas, la propia enseñanza de los bodhisattvas revela o elucida los extensos temas del Dharma y sus significados conectados. Dado que ellos mismos están libres de dudas con respecto a las enseñanzas, disipan las dudas de los demás. Puesto que ellos mismos viven el Dharma, sus palabras son aceptables para los demás; lo que dicen es digno de ser escuchado y también se denomina «agradable». Y explican tanto la naturaleza de la contaminación como la de la pureza. Se dice que la enseñanza del Dharma de un bodhisattva es perfecta porque posee estas cuatro cualidades. Así se afirma en el Sūtra de las Preguntas de Brahmaviśeṣacintin. Habiendo recibido numerosas enseñanzas, los bodhisattvas explican el extenso Dharma para que la doctrina sagrada perdure en el mundo durante mucho tiempo. A través de su explicación de las enseñanzas y su entrenamiento en ellas, su propia sabiduría se vuelve cada vez más aguda, y pueden eliminar las dudas de los demás. Como ellos mismos se rigen por el Dharma y, por tanto, realizan las actividades de los seres santos, los demás valoran sus palabras. Y puesto que enseñan tanto las verdades últimas como las relativas, o el aspecto de la contaminación y el aspecto de la pureza, encarnados en las cuatro nobles verdades, su enseñanza es de gran importancia.

La enseñanza del Dharma de un sublime bodhisattva

Es suave, libre de presunción, incansable,

Claro, diversificado, racional,

Inteligible, desinteresado y universal. (XIII, 6)

Además, hay nueve características en su perfecta enseñanza del Dharma. En la enseñanza del Dharma, los bodhisattvas sublimes son gentiles, ya que nunca pronuncian palabras duras aunque otros discutan con ellos. Aunque reciban alabanzas y veneración, están libres de presunción. Al enseñar el Dharma, nunca se desaniman por las dificultades. Sus enseñanzas son claras, ya que enseñan sin escatimar esfuerzos y explican los temas en su totalidad. Enseñan una gran variedad de temas sin repetirse. Enseñan de forma racional, sin contradecir nunca el conocimiento válido. Se expresan con palabras y letras perfectamente conocidas por la gente común, de modo que los demás los entienden bien. Como han renunciado a cualquier deseo de ganancia y honor, no están motivados por ofrendas materiales. Conocedores de todos los medios espirituales, exponen los temas de los tres vehículos, y en este sentido su enseñanza es universal. Por tener estas cualidades y por el excelente significado que revelan, se les llama «enseñanza perfecta»

iii. La excelencia de las palabras

Las palabras de los bodhisattvas no son débiles,

Son agradables, bien expuestas y convencionales;

Son apropiadas, libres de motivos materiales,

Moderadas y también abundantes. (XIII, 7)

Las palabras que los bodhisattvas utilizan para enseñar el Dharma no son suaves ni débiles. Sus voces no son débiles, de modo que algunas personas las oyen y otras no; son audibles para todos sus seguidores. Sus palabras son agradables; son suaves y agradables tanto para el oído como para el intelecto. Están excelentemente o bellamente expuestas, son frases claras cuyo significado puede ser entendido. Si los bodhisattvas se expresaran con palabras poco convencionales, nadie las entendería, pero al utilizar palabras y lenguaje que son familiares para todos, hacen que se entienda el significado; por eso sus palabras son «convencionales». Expuestas de forma adecuada a la mente de sus discípulos, sus palabras son «apropiadas», y su enseñanza de esta forma será del agrado de sus discípulos. Como los bodhisattvas no buscan la riqueza ni la reverencia, sus palabras son desinteresadas o independientes del beneficio material. Un exceso de palabras hace que la gente se aburra, por lo que los bodhisattvas adaptan sus palabras a la cantidad justa que se retiene fácilmente. Del mismo modo, sus palabras son abundantes, lo que significa que cuando los bodhisattvas dan explicaciones detalladas, son capaces de hacerlo sin quedarse nunca sin nada que decir.

Debe entenderse que lo anterior está relacionado con las ocho cualidades de las palabras de los bodhisattvas descritas en los sūtras, que hablan de que son omnipresentes, buenas, claras, inteligibles, agradables al oído, desinteresadas, adaptadas e inagotables.