El sistema límbico está compuesto por numerosas estructuras, incluyendo la amígdala, el tálamo, el hipotálamo, el hipocampo, el cuerpo calloso (callo), y varios otros segmentos del cerebro. El lóbulo límbico gestiona las respuestas psicológicas a los estímulos emocionales (1). Está asociado con la memoria, la atención, las emociones, los impulsos sexuales, el carácter y el comportamiento.
En este artículo, hablaremos de
la posición, la estructura, la anatomía y las funciones del lóbulo límbico. Por último, abordaremos
algunas lesiones y daños del lóbulo límbico, así como sus
consecuencias.
Los límites, la posición y la estructura del lóbulo límbico
El concepto que antes se conocía como «cerebro visceral» (2) y que denotaba una compleja asociación anatómica y fisiológica, comenzó a llamarse «sistema límbico» en 1952. Hoy en día, seguimos conociéndolo como el sistema límbico del lóbulo límbico de nuestro cerebro.
Las superficies interna e inferior de los hemisferios cerebrales se unen en la llamada corteza límbica (marginal) junto con el núcleo almendrado del grupo de núcleos subcorticales, el tracto olfativo y los lóbulos bulboso, frontal, temporal y parietal del hemisferio cerebral, así como la región subarticular y la formación reticular del tronco. La corteza límbica se combina en un sistema funcional: el complejo límbico-reticular (1).
La
faja y la circunvolución del hipocampo (parahipocampo) se combinan en la región límbica
, que tiene numerosas conexiones con estructuras de la formación reticular
, formando con ella el complejo límbico-reticular que proporciona una amplia
gama de procesos fisiológicos y psicológicos.
El lóbulo límbico se atribuye comúnmente a elementos de la corteza antigua (archiocortex), que abarcan el giro dentado y el giro hipocampal; la corteza antigua (paleocortex) del hipocampo anterior; así como el giro cingulado medio, o mesocortex medio.
El término «sistema límbico» incluye componentes del lóbulo límbico y estructuras relacionadas -la región entorrinal (que ocupa la mayor parte del giro parahipocampal) y la región septal, así como la amígdala y el cuerpo mastoideo (1).
El cuerpo mastoideo conecta las estructuras de este sistema con el cerebro medio y la formación reticular. Los impulsos que surgen en el sistema límbico pueden transmitirse a través del núcleo anterior del tálamo hacia el giro cingulado y la nueva corteza a lo largo de las vías que forman las fibras asociativas.
Los impulsos que surgen en el hipotálamo pueden llegar a la corteza orbitofrontal y al núcleo dorsal medial del tálamo.
Numerosas relaciones directas e inversas aseguran la interconexión e interdependencia de las estructuras límbicas y hay muchas formaciones responsables de ello.
Entre ellas se encuentran partes del diencéfalo y partes del canal oral (núcleo inespecífico del tálamo, hipotálamo, cáscara, brida, formación reticular del tronco del encéfalo), así como núcleos subcorticales (esfera pálida, cáscara, caudado, caudado, cáscara) con nueva corteza de grandes hemisferios, en primer lugar corteza de raíces y lóbulos frontales.
El giro cingulado se encuentra en la superficie interna del hemisferio por encima del cuerpo calloso. Esta circunvolución, con un revestimiento por detrás del cuerpo calloso, pasa a una circunvolución cercana a la caballería: la circunvolución del parahipocampo. La circunvolución cingulada junto con la circunvolución parahipocampal constituyen la circunvolución superpuesta.
Desviándose ligeramente del surco del cuerpo calloso y de los surcos del hipocampo se encuentran el corpus marginal, el subtop y el surco nasal, que son una continuación el uno del otro. Estos surcos limitan la porción externa de la porción arqueada de la superficie mediana del hemisferio cerebral, conocida como lóbulo límbico.
Hay dos giros en el lóbulo límbico. El lóbulo límbico superior es la circunvolución límbica superior (borde superior), o de la culebrilla (gyrus cinguli), la parte inferior forma la circunvolución límbica inferior o de la caballería (gyrus hippocampi), o la circunvolución parahipocampal (gyrus parahyppocampalis), delante de la cual está el gancho (médicamente llamado uncus).
Por último, es importante decir que
las formaciones de la superficie interna de los lóbulos frontal, parietal, occipital y
temporal se encuentran alrededor del lóbulo límbico del cerebro.
La función del lóbulo límbico
La función principal del sistema límbico del lóbulo límbico no es tanto proporcionar comunicación con el mundo exterior como regular el tono de la corteza y los impulsos. Este sistema regula las complejas y múltiples funciones de los órganos internos y las respuestas conductuales. En consecuencia, podemos afirmar que el complejo límbico-reticular es el sistema integrador más importante del organismo (1).
El sistema límbico también es importante
en la formación de la motivación. La motivación (o motivación intrínseca) implica
las reacciones instintivas y emocionales más complejas (respecto a la comida, las reacciones defensivas
, las reacciones sexuales).
El sistema límbico también está implicado en la regulación del sueño y la vigilia. Asimismo, tiene una importante función olfativa. El sentido del olfato nos permite una percepción adecuada de las sustancias químicas presentes en el aire. El cerebro olfativo de una persona proporciona el reconocimiento de los olores, así como la organización de formas complejas de reacciones emocionales y de comportamiento. El cerebro olfativo forma parte del sistema límbico.
El cerebro olfativo consta de dos partes: la periférica y la central. La división periférica está representada por el nervio olfativo, los bulbos olfatorios y los centros olfativos primarios. El compartimento central incluye la circunvolución del caballito de mar – hipocampo, la circunvolución dental y la circunvolución abovedada.
El receptor del olor se encuentra en la mucosa nasal. El sistema de conducción nerviosa transmite la información del receptor a la parte cortical del analizador olfativo. La parte cortical del analizador olfativo se encuentra en el giro cingulado, el giro del caballito de mar y en el gancho del caballito de mar, que juntos forman una región anular cerrada. La periferia del analizador olfativo está conectada con las porciones corticales de ambos hemisferios (1).
Como el analizador olfativo desempeña un
importante papel en la regulación de las emociones, su parte central remite al sistema límbico
, llamado figuradamente el «denominador común» de diversas
reacciones emocionales y visceromotoras del organismo.
A pesar de las diferencias filogenéticas, morfológicas y citotarquitectónicas, muchas de estas estructuras (región límbica, estructura central y medial del tálamo, hipotálamo, formación del tronco reticular) suelen estar implicadas en el llamado complejo límbico-reticular y actúan como zona de integración de muchas funciones, asegurando la organización de reacciones polimodales y holísticas del organismo ante diversos efectos, lo que es especialmente acusado en situaciones de estrés.
Las estructuras del complejo límbico-reticular tienen un gran número de entradas y salidas, por las que pasan circuitos cerrados de numerosas conexiones aferentes y eferentes, asegurando así el funcionamiento combinado de las formaciones implicadas en este complejo. Asimismo, aseguran su interacción con todas las partes del cerebro, incluida la corteza cerebral.
En las estructuras del complejo
límbico-reticular confluyen los impulsos sensitivos que
se producen en los receptores interoperativos y exteriores, incluidos los campos receptores
de los sentidos. Sobre esta base, el complejo límbico-reticular es la principal
síntesis de información sobre el estado del entorno interno del
organismo, así como de los factores ambientales que afectan al organismo y de las necesidades
elementales, las motivaciones biológicas. Por último, se
forman emociones acompañantes.
El complejo límbico-reticular determina el estado de la esfera emocional, participa en la regulación de las relaciones autonómico-viscerales para mantener la constancia relativa del medio interno (homeostasis), así como el suministro de energía y la correlación de los actos motores.
De su estado depende el nivel de conciencia, la posibilidad de movimientos automatizados, la actividad de las funciones motoras y mentales, el habla, la atención, la capacidad de orientación, la memoria, el cambio de la vigilia y el sueño, etc.
Los daños en el lóbulo límbico
Los daños en las estructuras del lóbulo límbico y del complejo límbico-reticular, en general, pueden ir acompañados de diferentes síntomas clínicos. Entre ellos se encuentran los cambios pronunciados en la esfera emocional de carácter permanente y paroxístico, la anorexia o la bulimia, los trastornos sexuales, el deterioro de la memoria y, especialmente, los signos del síndrome de Korsak, en el que el paciente pierde la capacidad de recordar acontecimientos actuales (3).
Además, los síntomas del daño del sistema límbico
incluyen trastornos vegetativo-endocrinos, trastornos del sueño,
trastornos psicosensoriales en forma de ilusiones y alucinaciones, cambios de
conciencia, manifestaciones clínicas de mutismo acinético y convulsiones.
Los procesos patológicos en el área límbica
provocan marcadas alteraciones de las funciones vegetativo-viscerales.
Conclusión
El sistema límbico es un sistema complejo en nuestro cerebro que contiene muchas estructuras diferentes que trabajan juntas para construir un centro en el cerebro responsable de la gestión de las respuestas psicológicas a los estímulos emocionales, el control de la memoria, la atención, la formación de nuestro comportamiento y carácter, así como la afectación de nuestras emociones, y los impulsos sexuales.
La corteza límbica también tiene una
importante función olfativa. El olor, la percepción de las sustancias químicas en el aire, depende en gran medida de este sistema. El cerebro olfativo de una persona procesa los estímulos odoríferos
y es responsable de la percepción de los olores, así como de la organización de complejas formas de
respuestas emocionales y conductuales. El cerebro olfativo forma parte del sistema límbico.
Las partes más importantes de este sistema incluyen la amígdala, el hipocampo, el tálamo, el hipotálamo y el cuerpo calloso. Los daños en el lóbulo límbico pueden causar una serie de trastornos y afecciones graves.
Los datos de diversos estudios indican un efecto
dual (activador e inhibidor) del hipocampo y otras estructuras
de la región límbica sobre las respuestas conductuales, las emociones, las características del estado mental
y la actividad bioeléctrica de la corteza.
- Rajmohan V, Mohandas E. The limbic system. Indian J Psychiatry. 2007 Apr;49(2):132-9. doi: 10.4103/0019-5545.33264. PMID: 20711399; PMCID: PMC2917081. Encontrado en línea en: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC2917081/
- Roxo MR, Franceschini PR, Zubaran C, Kleber FD, Sander JW. La concepción del sistema límbico y su evolución histórica. ScientificWorldJournal. 2011;11:2428-41. doi: 10.1100/2011/157150. Epub 2011 Dec 8. PMID: 22194673; PMCID: PMC3236374. Encontrado en línea en: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3236374/
- Wen J, Yablonskiy DA, Salter A, Cross AH. Daño del sistema límbico en la EM: evaluación de la RM y correlaciones con las pruebas clínicas. PLoS One. 2017 Nov 9;12(11):e0187915. doi: 10.1371/journal.pone.0187915. PMID: 29121642; PMCID: PMC5679614. Encontrado en línea en: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC5679614/
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