Mi padre murió repentinamente de una enfermedad coronaria. Hablé con él el día de su muerte, una bonita conversación sobre la compra de una nueva casa y cómo me ayudaría. Esa noche, recibí una llamada de mi madre diciendo que papá se había desmayado al salir del pub y que una ambulancia estaba intentando reanimarlo. Recé por un milagro. Cuando llegué con mi marido y mis tres hermanos, vi a mi padre en la acera con una manta sobre el cuerpo y un policía me dijo que había muerto. El dolor era insoportable y recuerdo haber llorado mientras sostenía a mi padre. Mi marido, que nunca llora, lloraba desconsoladamente, al igual que mis tres hermanos.

Se sintió como si una parte de mí también hubiera muerto esa noche. Recuerdo que golpeé la puerta de la ambulancia exigiendo saber qué le había pasado a mi padre y por qué no podían salvarlo. Dijeron que habían hecho todo lo posible, pero que, a pesar de sus esfuerzos, no habían podido salvarlo. Aquella noche hacía mucho frío, pero me senté con mi padre hasta que llegó la ambulancia privada porque no podía soportar dejarle en el frío. Los días siguientes fueron los más oscuros y sombríos que he conocido. El dolor era insoportable, como si alguien me hubiera sacado el corazón y lo estuviera pisoteando.

Recuerdo que llevé a mi hija al colegio tarde y la profesora me preguntó por qué llegábamos tan tarde. Le expliqué que mi padre acababa de morir y entonces rompí en un torrente de lágrimas y fui consolada por la maestra. Sentía que mis emociones estaban fuera de control y no sabía cómo iba a afrontarlo. Registrar la muerte fue lo más difícil que he hecho nunca. Esperé en la cafetería de enfrente y era obvio que estaba registrando una muerte, ya que mi cara estaba roja de tanto llorar.

El funeral fue precioso y conseguí leer en voz alta poemas sobre mi padre. Mi amiga me dijo después que no sabía cómo lo había hecho y que era una de las cosas más bonitas que había escuchado. La iglesia estaba llena y fue reconfortante saber lo respetado y admirado que era.

Es muy pronto y me estoy tomando las cosas día a día. Sé que la vida nunca será igual y el dolor a veces es sofocante pero espero que con el tiempo pueda vivir con ello.

Lee otras historias personales.