Finlandia, bajo la creciente presión de Estados Unidos y la Unión Soviética, declara finalmente la guerra a su antiguo socio, Alemania.

Después de la invasión alemana de Polonia, la URSS, deseosa de proteger Leningrado más que nunca de la invasión de Occidente -incluso de su dudoso socio del Pacto de No Agresión, Alemania-, comenzó a exigir a Finlandia el control de varias zonas en disputa, incluida parte del istmo de Carelia (el puente terrestre que daba acceso a Leningrado). Finlandia se resistió a la presión soviética. El primer ministro soviético, Joseph Stalin, respondió aplicando la «letra pequeña» del Pacto de No Agresión Molotov-Ribbentrop que la URSS había firmado con Alemania en agosto, que daba a la URSS vía libre en su «esfera de influencia». Los soviéticos invadieron Finlandia el 30 de noviembre de 1939. (Stalin afirmó que las tropas finlandesas abrieron fuego contra las tropas soviéticas.)

Los finlandeses sorprendieron a todos al rechazar la ofensiva soviética inicial. Aunque su resistencia consistía sólo en un pequeño número de soldados entrenados (¡en esquís y bicicletas!) la negativa a someterse fue noticia en todo el mundo. El presidente Roosevelt se apresuró a conceder un crédito de 10 millones de dólares a Finlandia, al tiempo que señalaba que los finlandeses eran el único pueblo que había pagado íntegramente su deuda de guerra de la Primera Guerra Mundial a Estados Unidos. Pero para cuando los soviéticos tuvieron la oportunidad de reagruparse y enviar refuerzos masivos, la resistencia finlandesa estaba agotada. En marzo de 1940 se iniciaron las negociaciones con los soviéticos y Finlandia firmó el Tratado de Moscú, por el que se entregaba el control del istmo de Carelia.

Al aumentar la tensión entre Alemania y la URSS, Finlandia vio en Hitler un posible aliado para recuperar su territorio perdido. Se permitió la entrada de tropas alemanas en suelo finlandés mientras los alemanes se preparaban para su invasión de la Unión Soviética, una guerra a la que se unieron los finlandeses. Aunque las tropas finlandesas recuperaron grandes zonas de Carelia Oriental de la Unión Soviética, se mostraron reacias a traspasar las antiguas fronteras de 1939 y ayudar a Alemania en el asedio de Leningrado.

Pero los repetidos reveses alemanes hicieron que la Unión Soviética pasara de nuevo a la ofensiva. Poco después de que el Ejército Rojo irrumpiera en el istmo de Carelia en junio de 1944, el presidente finlandés, Risto Ryti, dimitió. (Por esa misma época, Estados Unidos rompió sus relaciones con Finlandia después de que se rechazaran las repetidas exigencias de que Ryti renunciara a su alianza con Alemania). El sucesor de Ryti, Gustaf Mannerheim, solicitó inmediatamente un armisticio con la Unión Soviética. Éste se firmó el 19 de septiembre de 1944; Finlandia aceptó los términos del Tratado de Moscú de 1940 y expulsar a todas las tropas alemanas de suelo finlandés. El acto final de capitulación llegó el 3 de marzo de 1945, con una declaración formal de guerra contra la ya moribunda Alemania.