Las alergias en la piel son cada vez más frecuentes en la población. Y es que, al ser la capa más externa del organismo, está más expuesta al contacto con los alérgenos, que son las sustancias que producen una reacción alérgica. Veamos cuáles son las más frecuentes, por qué se producen y cómo pueden tratarse para evitar el picor o que las lesiones se infecten.

¿Qué es una alergia?

Se trata de una condición o trastorno que tiene un marcado carácter hereditario y que, según el órgano o sistema que se vea afectado (mucosas, aparato respiratorio, piel, etc.) dará unos síntomas diferentes.

La prevalencia de la alergia en nuestro país alcanza el 21,6 por ciento de la población. Es más frecuente en niños y mujeres y se afecta más a las personas que viven en grandes núcleos poblacionales, como una ciudad.

Al ser un trastorno que está condicionado por mecanismos inmunológicos, es muy probable que el aumento de sustancias químicas en el entorno, la contaminación ambiental, el uso de plaguicidas, insecticidas, conservantes y otros elementos potencialmente nocivos, tengan mucho que ver en su aparición y su etiología.

La rinoconjuntivitis alérgica, el asma bronquial, las urticarias y las dermatitis son, por este orden, las alergias más frecuentes. Los pólenes, los medicamentos y el polvo doméstico suelen ser los responsables de su aparición.

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Alergias cutáneas

La piel es el órgano encargado de la protección de nuestro organismo. Debido a ello, es lógico pensar que las reacciones alérgicas sean tan frecuentes. Las cutáneas, después de las alergias de las mucosas y las del aparato respiratorio, son las que nos afectan más.

Los cuadros clínicos considerados como alergias de la piel que se presentan con mayor incidencia son la dermatitis atópica, las dermatitis de contacto y las urticarias.

Dermatitis atópica

Es una afección de la piel de naturaleza crónica y recurrente, que puede aparecer en la primera infancia, (más de un 20por ciento de los niños tienen síntomas de atopía) que cursa en forma de brotes. Tienen una estrecha relación con otras enfermedades alérgicas, pues la mayoría de las dermatitis atópicas vienen asociadas a otras como, por ejemplo, las alergias estacionales, la rinitis, el asma o las alergias alimenticias.

Los síntomas clásicos de la piel atópica son la erupción cutánea, la sequedad y el picor.

Las lesiones cutáneas van desde el simple enrojecimiento, aparición de máculas (manchas) y hasta vesículas. Son lesiones que tienen tendencia al eczema, a la infección por rascado y a la aparición de costras.

En el niño, las lesiones aparecen en la cara, el cuero cabelludo y los pliegues, sobre todo, detrás de las orejas, el cuello y en los pliegues del codo, en los brazos y en las corvas, detrás de las rodillas. Habitualmente tienen eritema del pañal. El síntoma predominante es la sequedad y el picor.

El clima influye en su aparición, pues empeora en los climas secos y fríos y mejora en los climas cálidos y húmedos. Las infecciones, el estrés, el contacto con elementos irritantes, los jabones, el agua y otras alergias también pueden propiciar la aparición de los brotes.

El tratamiento de la atopia se basa en la hidratación de la piel, el uso de esteroides en forma de pomadas y, más recientemente, la aplicación de medicamentos inmunomoduladores tópicos. Es importante tratar el picor para evitar el rascado y la sobreinfección.

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Dermatitis de contacto

Se produce por el contacto de la piel con determinas sustancias y elementos externos. Cuando esto sucede aparecen lesiones. Estas son más frecuentes cuando el contacto es repetido y han pasado varios meses después de la primera exposición

Los síntomas más frecuentes son el picor, el enantema (erupción), la inflamación y la aparición de lesiones pruriginosas o vesiculosas.

Las manos, el cuello y la cara son los lugares en que con mayor frecuencia aparecen las lesiones de la dermatitis de contacto.

El látex, los tintes, los adhesivos, las fibras, los esmaltes, los perfumes, y los metales son las sustancias que con mayor frecuencia las originan.

El tratamiento consiste en evitar nuevos contactos con alérgenos conocidos y el tratamiento de los síntomas con lavados frecuentes, substancias hidratantes y cremas con corticoides.

Urticaria

Las lesiones cutáneas urticariales son las lesiones más clásicas de las alergias cutáneas.

Se caracterizan por la aparición de habones y ronchas, con enrojecimiento y relieve de la piel, de variada morfología, que cambian de lugar cada poco tiempo y que tienen una aparición súbita, con intenso picor.

Las causas más frecuentes son la ingestión de alimentos (frutos secos, mariscos, etc.), la toma de antibióticos u otros medicamentos, la inhalación de sustancias, el contacto con animales y otros microorganismos vivos, los baños de agua muy caliente, el contacto con el agua fría o la exposición a la luz solar.

El tratamiento consiste en controlar el intenso picor y en la administración de antihistamínicos.

La urticaria puede acompañarse de un cuadro más grave y de mayor repercusión, que es el angioedema. Esta situación afecta a las mucosas respiratorias, dificultando el paso del aire por la laringe, dando lugar a un cuadro que precisa de tratamiento especializado y urgente.

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