Jueves, 18 de abril de 2013
De The Quarterly, primavera de 2013
La doctora Marina Picciotto, al frente de un equipo de investigadores de la Universidad de Yale, ha realizado un emocionante descubrimiento en la búsqueda de las causas biológicas de la depresión y la ansiedad. Su descubrimiento apunta a la importancia de un sistema de señalización en el cerebro que hasta ahora no se creía central en la causa de la depresión.
Durante décadas, muchos científicos han favorecido una teoría de la depresión que subraya el impacto de niveles anormalmente bajos de una sustancia química portadora de señales, llamada serotonina. La nueva investigación del equipo del Dr. Picciotto desplaza la atención hacia una sustancia química de señalización diferente, o neurotransmisor, llamada acetilcolina.
Millones de personas deprimidas toman fármacos antidepresivos llamados ISRS, acrónimo de inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina. Prozac®, Paxil®, Celexa®, Zoloft® y otros medicamentos ISRS actúan para evitar que las moléculas de serotonina portadoras de mensajes sean reabsorbidas rápidamente por las células nerviosas. Al permitir que la serotonina flote durante más tiempo en los diminutos espacios entre las células nerviosas, denominados sinapsis, los científicos han formulado la teoría de que los fármacos ISRS favorecen la señalización al compensar los niveles anormalmente bajos de serotonina.
El Dr. La nueva investigación de Picciotto, publicada en febrero en Proceedings of the National Academy of Sciences, centra su atención en las fluctuaciones de los niveles del neurotransmisor acetilcolina y en el sistema de señalización química más amplio del que forma parte, denominado sistema colinérgico.
«La serotonina puede estar tratando el problema», afirma el doctor Picciotto, «pero la alteración de la acetilcolina puede ser una causa primaria de la depresión. Si podemos tratar la causa principal, quizá podamos obtener una mejor respuesta del paciente».
Los experimentos de su equipo demuestran que unos niveles anormalmente altos de acetilcolina en el cerebro pueden provocar síntomas de depresión y ansiedad en ratones. En los cerebros de los ratones no deprimidos -y de las personas- se produce una enzima llamada acetilcolinesterasa (AChE) que reduce los niveles de acetilcolina. El equipo demostró que cuando los ratones deprimidos recibían Prozac®, los niveles de AChE aumentaban y, por tanto, se controlaban los niveles anormalmente altos de acetilcolina. Esto añade una nueva dimensión a la comprensión de cómo y por qué los antidepresivos ISRS pueden aliviar la depresión.
Sin embargo, muchas personas deprimidas no obtienen un beneficio terapéutico del Prozac® o de otros medicamentos ISRS. La investigación del Dr. Picciotto sugiere que esto puede deberse a que el problema de fondo no es, después de todo, los bajos niveles de serotonina, sino los altos niveles de acetilcolina. Al bloquear experimentalmente los «puertos», llamados receptores, donde las moléculas de acetilcolina se «acoplan» a las células nerviosas del cerebro, el equipo pudo revertir la depresión en ratones.
En otros experimentos, el equipo de Yale demostró cómo las interrupciones en la señalización de la acetilcolina en la zona del cerebro llamada hipocampo -importante en la memoria y el estado de ánimo- promueven la depresión y la ansiedad en ratones.
Aunque la relación entre los sistemas de señalización de la serotonina y la acetilcolina aún no está del todo clara, esta nueva investigación abre una nueva posibilidad para tratar la causa de la depresión y no sólo sus síntomas. Con la nueva hipótesis de que es la alteración de la acetilcolina, y no de la serotonina, lo que pone en marcha la depresión, se pueden realizar más estudios de investigación para determinar si los medicamentos dirigidos a la acetilcolina, en lugar de a la serotonina, son más eficaces para tratar la depresión.
Marina Picciotto, Ph.D.
Catedrática de Psiquiatría Charles B. G. Murphy,
Profesora de Neurobiología y Farmacología,
Cátedra Adjunta de Investigación Científica Básica, Psiquiatría,
Universidad de Yale;
Beneficiaria de una beca NARSAD para jóvenes investigadores en 1996,
Beneficiaria de una beca NARSAD para investigadores independientes en 2004
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