• 24 de mayo de 2018
  • Nota de la biblioteca
  • gsclibrary

El alfabeto cirílico es el tercer alfabeto oficial de la Unión Europea junto con el latino y el griego desde la adhesión de Bulgaria en 2007. No es casualidad que las letras cirílicas aparezcan en el logotipo de la primera Presidencia búlgara del Consejo de la UE: el alfabeto es uno de los símbolos que mejor representan la identidad y la cultura búlgaras.

El 24 de mayo se celebra en Bulgaria el Día de la Educación y la Cultura Búlgaras y del Alfabeto Eslavo. La Biblioteca de Lenguas del Consejo de la UE acogió un acto organizado por el Ministerio de Educación y Ciencia búlgaro para celebrar este día. En una mesa redonda titulada «Multilingüismo – Unidos en la diversidad», los participantes debatieron cómo las lenguas pueden servir de puente entre las personas y abrir el acceso a otros países y culturas, fomentando el entendimiento mutuo.

El alfabeto cirílico también ha sido un puente entre personas, culturas y naciones durante más de once siglos. ¿Sabías que su historia es verdaderamente europea?
En el año 863, dos eruditos y diplomáticos bizantinos, los hermanos Cirilo y Metodio, fueron enviados por el emperador Miguel III a la Gran Moravia (que corresponde aproximadamente a la zona conocida hoy como Europa Central) para difundir el cristianismo ortodoxo entre los eslavos occidentales. Los hermanos decidieron traducir los libros sagrados para hacerlos comprensibles al pueblo llano. Como la lengua eslava no podía escribirse fácilmente con los alfabetos griego o latino, Cirilo creó una nueva escritura, el alfabeto glagolítico. Su nombre proviene del verbo eslavo glagolati – «hablar». En aquella época, el dogma religioso estipulaba que los textos sagrados sólo podían existir en griego, latín y hebreo, porque sus alfabetos habían sido creados por Dios. Para que el primer alfabeto eslavo fuera igual de divino, Cirilo creó las nuevas letras utilizando los tres elementos sagrados para el cristianismo: la cruz, el triángulo y el círculo.

Tras la muerte de Cirilo (869) y Metodio (885), el alfabeto glagolítico dejó de usarse en Moravia, y sus alumnos fueron desterrados del país. Sin embargo, Cirilo y Metodio hicieron una contribución mucho más importante a la historia de Europa: defendieron el derecho de los eslavos a tener su propio alfabeto y a igualar el eslavo con el latín y el griego en el uso de los asuntos eclesiásticos. Como resultado, los hermanos fueron venerados en la Iglesia Ortodoxa como santos en 1880 y el Papa Juan Pablo II los proclamó copatronos de Europa en 1980.

La principal razón por la que la contribución de Cirilo y Metodio a la historia no quedó oscurecida con el tiempo fue que sus alumnos difundieron su legado. Es en este punto donde Bulgaria entra en la historia. Boris I, el monarca búlgaro que adoptó el cristianismo en 864, acogió a los alumnos de Cirilo y Metodio en 886 y les dio el apoyo necesario para que continuaran con la misión de difundir tanto el alfabeto como el canon cristiano.

Hay varias hipótesis sobre la creación del alfabeto cirílico. Algunos investigadores creen que el alfabeto glagolítico fue modificado por sus alumnos búlgaros, San Kliment de Ohrid y San Naum de Preslav, tras su llegada a Bulgaria en 886. Se cree que San Kliment llamó al nuevo alfabeto cirílico en honor a su maestro San Cirilo. Lo que realmente importa es que en el año 900 se produjo una revolución lingüística y cultural que convirtió a Bulgaria en un importante centro cultural, difundiendo la escritura cirílica y la literatura religiosa traducida al eslavo por toda la gran Europa oriental. Hoy en día, el alfabeto cirílico es utilizado por unos 300 millones de personas en países de Europa del Este y del norte y centro de Asia.

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