Las heridas de bala pueden ser una de las lesiones más devastadoras que puede sufrir una persona. Dependiendo del tipo de bala, de su trayectoria cuando te golpea y del lugar por el que entra, una bala puede desgarrar los órganos internos, romper los huesos, perforar los pulmones y causar una grave pérdida de sangre de las arterias críticas. Dado que las heridas de bala pueden causar tal variedad de daños, harían falta años de formación para saber cómo tratarlas todas con eficacia. Pero hay cosas que todo el mundo puede hacer para ayudar a ganar tiempo a una víctima de un disparo, principalmente en forma de detener la hemorragia, mantener a la víctima estable y buscar atención médica lo antes posible. También ayuda tener algún conocimiento previo de cómo hacer/usar correctamente un torniquete, manejar una herida de pecho por succión, tratar a alguien por shock y administrar RCP.

Considere la posibilidad de llevar siempre consigo un botiquín de primeros auxilios adecuado -completo con vendas de presión, QuikClot, desinfectante, puntos de sutura y guantes de nitrilo-, ya que pueden resultar útiles no sólo en situaciones en las que espera estar cerca de armas de fuego, como la caza, sino, por desgracia, en esta época de tiroteos masivos, en cualquier momento o lugar.

1: Revise todo el cuerpo para identificar las heridas de entrada y salida. Trate ambas, pero atienda primero la peor herida.

2: Detenga la hemorragia aplicando una presión firme directamente sobre la herida.

3: Compruebe el ritmo cardíaco y la respiración. Inicie la reanimación cardiopulmonar si es necesario.

4: Eleve la herida por encima del corazón para ralentizar la hemorragia (a menos que el disparo sea en el estómago o en el pecho).

5: No intente extraer las balas que aún están en el cuerpo, ya que esto puede agravar el daño interno y la hemorragia; de momento, aplique un vendaje de presión.

6: Trate a la persona en caso de shock y consiga atención médica lo antes posible.

Ilustrado por Ted Slampyak