Hay dos formas primarias de cáncer de pulmón: el cáncer de pulmón de células pequeñas (CPCP) y el cáncer de pulmón de células no pequeñas (CPCNP). Aunque el CPCP es menos frecuente que el CPNM, es más agresivo y se extiende rápidamente (hace metástasis) por todo el cuerpo. El CPCP representa alrededor del 15% de todos los diagnósticos de cáncer de pulmón en Estados Unidos cada año.
Debido a la rapidez con la que crece y se extiende, en el 60% de los casos de CPCP el cáncer ya ha hecho metástasis en otras zonas del cuerpo en el momento en que se diagnostica. Los lugares habituales de metástasis son los ganglios linfáticos, el hígado, los huesos, las glándulas suprarrenales y el cerebro. Cuando el CPCP hace metástasis, el cáncer puede causar síntomas que no se asocian normalmente al cáncer de pulmón, como dolor de huesos, convulsiones, confusión y parálisis.
Fumar tabaco es el principal factor de riesgo del CPCP, responsable del 98 por ciento de todos los diagnósticos de CPCP. La mejor estrategia preventiva es no fumar y, si lo hace, dejar de hacerlo lo antes posible.
Los tratamientos para el CPCP incluyen quimioterapia y radiación. Debido a la alta tasa de metástasis, rara vez se recomienda la cirugía. En los casos muy avanzados de CPCP, los tratamientos (incluidos la quimioterapia y la radiación) pueden ser eficaces para aliviar los síntomas y mejorar la calidad de vida.
«Aunque el CPCP tiene tendencia a crecer rápidamente, suele reducirse con rapidez como respuesta a la quimioterapia, a la radioterapia o a ambas», afirma Henry Park, MD, MPH, oncólogo radioterápico del Departamento de Radiología Terapéutica. «Es importante acudir a un oncólogo médico y a un oncólogo radioterápico lo antes posible tras el diagnóstico de CPCP para poder iniciar el tratamiento de inmediato».
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