Más comunes, frecuentemente menos dolorosos y mucho más prevenibles de lo que se cree, los cálculos renales han entrado, afortunadamente, en una nueva era de procedimientos altamente efectivos y no invasivos. Le ponemos al día sobre esta afección eminentemente tratable.
Por qué se producen los cálculos renales?
A: Se forman cuando sustancias como el calcio, el oxalato, la cistina o el ácido úrico están presentes en niveles elevados en la orina, convirtiéndose en cristales que aumentan gradualmente de tamaño hasta convertirse en un cálculo.
P: ¿Qué probabilidad tengo de padecer cálculos renales?
A: Una de cada 10 personas padece cálculos renales a lo largo de su vida, con mayor frecuencia los hombres, pero en los últimos años las mujeres están acortando rápidamente la distancia. Los factores genéticos también influyen: si los cálculos renales son frecuentes entre los miembros de su familia, usted tiene un mayor riesgo de desarrollarlos.
P: ¿Los cálculos renales son muy dolorosos?
A: A lo largo de los años, el dolor asociado a los cálculos renales ha adquirido un aura casi mística, a veces descrito como «peor que un parto». Sin embargo, la verdad es que no todos los cálculos renales causan un dolor intenso. Algunos son lo suficientemente pequeños como para pasar desapercibidos, y muchos son asintomáticos y sólo se descubren cuando se encuentra sangre en la orina durante un análisis de rutina. Otros son de gran tamaño, pero pueden permanecer en el riñón para siempre sin que se produzcan incidentes. Sólo los cálculos que se quedan «atascados» en su salida del cuerpo son los que provocan cólicos renales, u oleadas de dolor intenso, que pueden tratarse rápidamente con analgésicos.
P: ¿Significa el dolor de espalda que tengo cálculos renales?
A: Esto lo preguntan con frecuencia los pacientes preocupados por el dolor que sienten en la zona del flanco cerca del riñón. Se tomará una historia cuidadosa para ayudar a determinar la ubicación del dolor, pero una forma bastante sencilla de distinguir la causa es cambiar de posición. Si el dolor empeora, es más probable que se trate de una tensión de tipo musculoesquelético. El dolor por cálculos renales es menos probable que sea posicional.
P: ¿Cómo se determina si es necesario un tratamiento?
A: Para la detección se utiliza una ecografía no invasiva y menos costosa, pero una tomografía computarizada (TC) en espiral proporciona imágenes superiores que se utilizan para determinar con mayor precisión la ubicación del cálculo. Si sólo se observa una obstrucción parcial y no hay mucho dolor, el tiempo está de su lado y podemos esperar a ver si el cálculo sale de forma natural. En ese momento, muchos pacientes pueden descansar cómodamente en casa y se les pueden administrar antiespasmódicos (como Flomax) para relajar el uréter, analgésicos para controlar el dolor y se les indica que beban mucha agua para facilitar la expulsión del cálculo.
P: ¿Y si no se elimina por sí solo?
A: Es tranquilizador saber que no es urgente extraer el cálculo a menos que el riñón esté obstruido o infectado o que el paciente experimente un dolor intratable. Y cuando está indicada la extirpación, los urólogos (especialistas en enfermedades del tracto urinario) tienen una serie de opciones disponibles, muchas de ellas no invasivas o mínimamente invasivas. Las intervenciones quirúrgicas abiertas son poco frecuentes. En su lugar, se puede realizar una ureteroscopia ambulatoria, utilizando un endoscopio para romper o extraer el cálculo. Aún menos invasiva es la litotricia, buena para los cálculos pequeños, que dirige ondas de choque de alta energía hacia el cálculo y lo rompe en fragmentos para que salga más fácilmente del cuerpo. En el caso de cálculos extremadamente grandes o resistentes, se realiza una nefrolitotomía percutánea mínimamente invasiva para extraer el cálculo mediante un endoscopio que se introduce a través de una pequeña incisión en la piel.
P: ¿Cuál es la mejor manera de evitar que se vuelvan a formar cálculos renales?
A: Podemos dedicar tiempo a desarrollar un enfoque individualizado, basado en la composición de su cálculo. En primer lugar, se analizará su cálculo y se clasificará como oxalato de calcio (el tipo más común), fosfato de calcio, una mezcla o un tipo no cálcico. También se recomienda una recogida de orina de 24 horas para formarse una idea clara de cómo se forman los cristales en su cuerpo, así como análisis de sangre para un mayor análisis. Aunque las personas que han formado cálculos con anterioridad corren un mayor riesgo de formar uno posterior, sabemos que las modificaciones dietéticas adaptadas al tipo de cálculo y -si es necesario- el tratamiento farmacológico pueden reducir sustancialmente ese riesgo. Si se forman cálculos de oxalato cálcico, elaboraremos un plan para evitar los alimentos con alto contenido en oxalato, como las espinacas, la remolacha y el ruibarbo, y mantener el consumo de sodio al mínimo. También es importante saber que, a pesar de su papel en la composición de los cálculos, no es necesario restringir el calcio. De hecho, aumentar la ingesta de calcio con alimentos más ricos en él, como la leche, el yogur y el queso, puede ayudar a reducir los niveles de oxalato en la orina. Por último, ten en cuenta que la mejor medida preventiva es simplemente llenar una botella con agua y beber a menudo.
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