El botulismo es una enfermedad potencialmente letal tanto en animales como en humanos, una enfermedad neuroparalítica causada por la toxina de Clostridium botulinum. C. botulinum está ampliamente distribuido en el suelo y la vegetación, y en el contenido intestinal de mamíferos, aves y peces. Se han reconocido ocho tipos de C. botulinum (A, B, C1, C2, D, E, F, G), cada uno de los cuales elabora una forma de toxina inmunológicamente distinta. Las neurotoxinas botulínicas son las toxinas biológicas más potentes que se conocen y en algunos países se han estudiado y desarrollado como arma biológica. Los aspectos médicos de la toxina también se desarrollaron para usos terapéuticos en enfermedades humanas. Las esporas de C. botulinum son relativamente resistentes al calor y, en contraste con las esporas, la toxina botulínica es relativamente lábil al calor. Las toxinas botulínicas son inactivadas por sus antitoxinas. La toxina botulínica produce manifestaciones clínicas cuando se inhala o se ingiere. Una vez absorbida la toxina, entra en el torrente sanguíneo y viaja a las sinapsis colinérgicas periféricas, principalmente a la unión neuromuscular. Una vez en estos lugares, la toxina botulínica se internaliza e impide enzimáticamente la liberación de acteilcolina, lo que provoca la parálisis. El diagnóstico de laboratorio del botulismo debe incluir el aislamiento de C. botulinum y la detección de la toxina en el paciente. Se necesita una detección rápida y sensible de todos los tipos de toxina botulínica. Los casos de botulismo en Indonesia se encontraron principalmente en aves de corral y se sospecharon muchos casos que quedaron sin diagnosticar. Se sospecharon casos de botulismo que afectaban al ganado en Java Oriental y los resultados serológicos dieron positivo a C. botulinum tipo C. La prevención del botulismo mediante una vacuna indujo una fuerte respuesta de anticuerpos y pudo seguir siendo protectora durante 12 meses, mientras que el tratamiento del botulismo en los animales suele ser ineficaz.

Palabras clave: Botulismo, Clostridium botulinum, toxina, diagnóstico, prevención