En Bad Salzuflen, por ejemplo, se aprovecha el poder curativo de la salmuera. La fábrica de graduación que en su día se utilizó para producir sal crea un clima similar al del mar en la ciudad. Hasta 300.000 litros de agua salada ondean cada día sobre las paredes de espino negro. En Bad Driburg y Bad Meinberg se aprovecha la energía de los páramos. Preciosas partes de plantas que se han descompuesto de forma natural a lo largo de muchos siglos son las que forman las sustancias activas del páramo de azufre. En Bad Oeynhausen, los manantiales minerales están en efervescencia: en el paseo cubierto neoclásico, los visitantes pueden probar el agua curativa desde profundidades de hasta 600 metros.
Muchos lugares históricos de la región se pueden explorar a pie o en bicicleta: el Hermannsdenkmal (Monumento a Hermann) cerca de Detmold, que conmemora la Batalla del Bosque de Teutoburgo bajo el mando del jefe cherusciano Arminius (Hermann), o la Externsteine cerca de Horn-Bad Meinberg, trece acantilados de arenisca que alcanzan alturas de hasta 40 metros. Por aquí pasan el Hermannsweg (camino de Hermann) y el Eggeweg (camino de Egge). En la Weser-Radweg (Ruta Ciclista del Weser), los ciclistas pueden llegar al Castillo Corvey, uno de los monasterios más importantes y patrimonio mundial de la UNESCO.
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