*Traducción: Jade Augusto Gola

Siempre he sido bisexual. Aunque como muchas personas fui socializado como una persona heterosexual y femenina, mis primeros «despertares sexuales» (esas primeras experiencias de admiración, enamoramiento y excitación sexual) durante mi infancia ocurrieron con mujeres. Como al mismo tiempo era consciente de mi atracción por los chicos, mi socialización heterosexual me hizo dar poca importancia a mi fascinación por las mujeres y lo femenino.

Después de varios años -y de más «despertares» no percibidos- me di cuenta de que quizás me interesaría «estar» con una mujer. Al principio no intentaba nada, y cuando tenía enamoramientos no heterosexuales me sentía intimidada y muy buga* por ellas. Cuando tenía novios, se daban cuenta de que también me gustaban las mujeres, pero nunca hablábamos de ello de forma directa. Con el tiempo se dieron mis primeras relaciones no buga (sexuales, sentimentales), tanto con mujeres cisgénero como con personas fuera del espectro binario de género. Sólo después de tener esas experiencias me dije que -por fin- podía llamarme bisexual.

(*Buga es una jerga utilizada por las comunidades LGBTQIA en México para referirse a las personas heterosexuales.)

Hoy en día desconfío de hablar de mi bisexualidad con otras personas, ya que lamentablemente la bifobia (el odio y la discriminación hacia las personas bisexuales) es un fenómeno real (1). Debido a que las identidades bisexuales son una escala de grises en contraste con el «blanco o negro» que implica ser heterosexual u homosexual, las personas bisexuales pueden sufrir discriminación, prejuicios o invisibilidad por parte de ambas comunidades.

La bifobia puede manifestarse a través de bromas involuntarias y falta de credibilidad, o abiertamente como insultos. Este tipo de actitudes afectan negativamente al bienestar mental y emocional de las personas bisexuales, especialmente entre los bisexuales más jóvenes, que declaran tener más problemas mentales (ansiedad, depresión, estrés, mayores tasas de suicidio) que tanto los heterosexuales como los homosexuales (gays y lesbianas) (2).

En muchos casos, la bifobia es producto de la falta de información. A continuación puedes leer más sobre algunas de las preguntas, mitos y hechos más comunes sobre la bisexualidad.

¿Qué es exactamente la bisexualidad?

La bisexualidad es un tipo de orientación sexual. La orientación sexual se refiere a aquellas personas hacia las que sentimos atracción (afectiva, sexual, emocional). Algunos ejemplos de orientaciones sexuales son: heterosexualidad, homosexualidad, bisexualidad, asexualidad, pansexualidad, etc.

La orientación bisexual se define como tener atracción hacia más de un género (3); es una idea más fluida y abierta, sujeta a variaciones entre las diferentes personas que se autodenominan bisexuales.

No todas las personas definen su bisexualidad de forma idéntica, y no todas las personas que se sienten atraídas hacia más de un género se autodenominan bisexuales.

¿La bisexualidad es sólo una fase?

No. Es normal que muchas personas homosexuales pasen por un periodo de exploración mientras aprenden a entender en qué consiste su atracción. Sin embargo, eso no significa que la bisexualidad sea siempre una fase previa a la homosexualidad (4). Para muchas personas, sentirse atraído por otras personas de varios géneros es una preferencia seria y estable (5).

Ser bisexual no siempre significa que la atracción hacia más de un género se reparta 50-50 por igual, o incluso 40-60, en una preferencia consistente. Hay quienes sienten una atracción mayoritaria -pero no exclusiva- por un solo género (6). Pero también hay quienes tienen una atracción que cambia con el tiempo y según ciertos contextos (7). Esta categoría de fluidez no se espera -al menos al principio- de las orientaciones monosexuales.

Este tipo de falsas creencias han sido facilitadas por la investigación científica. Muchos estudios sobre la bisexualidad se han centrado en perspectivas monosexuales (heterosexuales y/u homosexuales), sesgando los resultados para tergiversar la experiencia de las personas bisexuales (8). También se ha sugerido erróneamente que la bisexualidad es una orientación incompleta, como si sólo fuera una mera transición a la homosexualidad (9).

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¿Las personas bisexuales les gusta «las dos cosas» porque tienen un apetito sexual insaciable?

No. La orientación de alguien no define el apetito sexual de nadie. La bisexualidad en sí misma no convierte a alguien en promiscuo, infiel o indigno de confianza. Este mito es producto del monosexismo: la creencia de que las personas deben tener una única identidad sexual y un único tipo de comportamiento sexual hacia un género o sexo definido (10).

El monosexismo también asume que la monogamia es la norma (11). Imponer el monosexismo como única norma social aplicable a todo el mundo conduce (consciente o indirectamente) a la creencia de que otra sexualidad más fluida puede ser una amenaza o una anomalía, y más difícil de controlar.

La suposición de que la bisexualidad es una preferencia anormal o que las personas bisexuales carecen de autocontrol puede crear falsas narrativas que someten a esta orientación a ser hipersexualizada; puede hacer pensar que las personas bisexuales «eligen» esta orientación para tener más opciones de dónde encontrar potenciales parejas. Es perjudicial proyectar las fantasías sexuales sobre las personas bisexuales (o sobre cualquier otra orientación) sin su consentimiento, como si sólo fueran un instrumento para satisfacer las fantasías de otros.

En mi experiencia, ha sido muy irritante cuando la gente asume que ser bisexual se traduce en la misma posibilidad de estar dispuesto a «hacerlo todo».

¿Soy bisexual si también siento atracción hacia personas transgénero o no binarias?

En general, sí. Algunas personas piensan que el prefijo «bi» significa que la bisexualidad es la atracción hacia sólo dos géneros cis/binarios («hombre» o «mujer»). Efectivamente, hay quienes viven su orientación de esta manera, pero la bisexualidad -entendida como la atracción hacia personas de más de un género- también puede extenderse a personas con identidades de género mucho más allá del espectro de géneros binarios y cis.

Con esto en mente, también vale la pena señalar que no todas las personas que sienten atracción hacia más de un género se llaman a sí mismas bisexuales por muchas razones (estigma, cultura, falta de información disponible, etc.). Hay orientaciones no monosexuales, por ejemplo la pansexualidad (la atracción por personas sin tener en cuenta su identidad de género), cuyas definiciones pueden sonar muy similares a la bisexualidad (12); en esos casos, la decisión de llamarse bisexual, pansexual o de cualquier otro término es una cuestión mucho más personal que depende de cómo nos sintamos y de cómo nos definamos individualmente.

¿Dejo de ser bisexual si empiezo una relación sentimental con alguien del género «opuesto»?

No. Este mito se debe a la falsa idea de que la bisexualidad es sólo una fase de «experimentación» antes de que las cosas «se pongan serias» y se vuelva a una relación heterosexual estable (un caso común entre las personas socializadas como mujeres) (13). También es posible estar en una relación monosexual en la que cada persona mantiene su orientación sexual diferenciada.

Hay sentimientos internalizados de bifobia comunes a las personas bisexuales cuando deciden iniciar una relación romántica que puede ser percibida como monosexual. Estos sentimientos suelen producirse de forma similar al miedo a que una pareja de orientación monosexual no entienda la bisexualidad del otro (14). En otros casos, puede ser fácil que los demás (familia, amigos, círculos sociales) asuman que la orientación de las personas bisexuales cambia o desaparece en función de la pareja actual (15).

Aunque la orientación sexual de cualquier persona puede cambiar a lo largo de la vida, es mucho más saludable cuando esas decisiones se toman de forma individual, sin estereotipos bifóbicos y sin la presión de las percepciones de los demás.

¿Puedo ser bisexual si no he tenido relaciones sexuales o una relación fuera del espectro heterosexual?

¡Por supuesto! Nadie está obligado a ofrecer «pruebas» de la propia bisexualidad. Con ser consciente de que la orientación sexual de alguien puede ser bisexual es suficiente. Nuestra orientación sexual puede no estar grabada en piedra para el resto de nuestra vida, por lo que es completamente válido estar pasando por una fase de exploración o cuestionamiento sin necesidad de «tomar una decisión» para el resto de nuestra vida, o definir claramente nuestra orientación dentro de una etiqueta.

Las experiencias no heterosexuales, ya sean sexuales, afectivas o sociales, muchas veces se ven facilitadas (o reprimidas) por el contexto en el que vivimos, por nuestras relaciones sociales o familiares, por la complejidad de nuestros gustos y necesidades individuales, por el acceso (o no) a diferentes diversidades sexuales y culturas, y también por un entorno seguro, libre de acoso, juicio y marginación.

Es importante tener en cuenta que no siempre hay entornos cómodos y seguros para la exploración abierta de cualquier orientación no heterosexual; a veces hay circunstancias en las que priorizar el propio bienestar físico y emocional requiere mantenerse en el armario -lo que también es válido-. En cualquier caso, sea cual sea el contexto, no tener experiencias no heterosexuales con otros no significa que haya que reprimir los pensamientos internos de alguien. Yo caí en esta trampa y sólo me autodenominé bisexual una vez que tuve mis primeras experiencias no heterosexuales, a pesar de que toda mi vida he pensado así.

Aclarar las dudas y obtener información sexual libre de prejuicios y estigmas puede marcar una diferencia crítica en la calidad de vida de las personas marginadas por su sexualidad.

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