Los cambios disruptivos de hoy en día en la educación -desde la proliferación de dispositivos digitales hasta la disponibilidad de recursos educativos abiertos, universidades en línea y certificación basada en insignias- tienen el campo en ebullición como nunca antes. Hace poco tuve la oportunidad de dar una charla en la Celebración de la Enseñanza y el Aprendizaje de WNET sobre la creación de las condiciones para la innovación en la educación. Cuando empecé a preparar mi charla, no estaba seguro de si era sólo mi percepción de que estamos al borde de algo extraordinario, o si realmente hay algo en marcha. En la búsqueda de una forma de poner a prueba mis percepciones sobre la educación actual, con su surgimiento de cambios políticos como Que Ningún Niño Se Quede Atrás y estadísticas aleccionadoras como el aumento de los costes universitarios y las tasas de abandono escolar profundamente preocupantes, empecé a jugar con la idea de que podríamos estar viendo la luz al final del túnel de forma similar a lo que ocurrió después de la Edad Media.
Quizás lo que estamos presenciando es la versión del siglo XXI del Renacimiento: el renacimiento de la educación. El renacimiento de la educación que se produjo a principios del siglo XXI se parece mucho a su homólogo del siglo XVI, durante el cual un florecimiento de las artes y las ciencias recorrió Europa durante los siguientes 300 años y dio lugar a descubrimientos científicos, así como a importantes avances en las artes. Lo que estamos experimentando hoy en día en la educación ha sido espoleado por seis fuerzas, todas ellas notablemente similares a los desarrollos que condujeron al Renacimiento. Una mirada a estas fuerzas podría darnos una idea de lo que nos espera, si no en los próximos tres siglos, al menos en las próximas tres décadas.
En primer lugar, está la invención de nuevas tecnologías. En el siglo XV, la invención de la imprenta permitió el acceso a los libros y una mayor alfabetización, lo que a su vez condujo a la creación de universidades. Del mismo modo, la creación de Internet y su adopción generalizada a través de dispositivos digitales de bajo coste, incluidos los teléfonos móviles y las tabletas, ha permitido a miles de millones de personas alcanzar la alfabetización y acceder a la información, incluidos los recursos de aprendizaje.
En segundo lugar, está la infusión de grandes cantidades de dinero en las artes y las ciencias. Durante el Renacimiento, los mecenas italianos que se beneficiaban del comercio y la banca patrocinaron a artistas y científicos, desde Leonardo da Vinci hasta Galileo. En los últimos 25 años, los filántropos multimillonarios de Estados Unidos y los capitalistas de riesgo de Silicon Valley que se han beneficiado de los negocios han invertido grandes cantidades de dinero en empresas de alta tecnología, que a su vez han impulsado el desarrollo de dispositivos digitales de bajo coste y miles de aplicaciones, incluidos los programas educativos. Además, las fundaciones creadas gracias a los fondos de los empresarios de éxito han patrocinado muchas iniciativas innovadoras, con y sin ánimo de lucro, en materia de educación y aprendizaje.
En tercer lugar, está el énfasis en el humanismo, o la capacidad única y extraordinaria de la mente humana. Por primera vez, durante el Renacimiento, la gente corriente, en lugar de las figuras bíblicas o los mecenas ricos, se convirtieron en los temas de los artistas. Hoy en día, los educadores, los padres y los estudiantes dan prioridad a la personalización del aprendizaje, y los programas se adaptan haciendo hincapié en el estilo individual de adquisición de conocimientos. Por ejemplo, Daniel Hillis, uno de los pioneros de la computación paralela, está desarrollando un mapa de aprendizaje a partir de la vasta base de datos del conocimiento humano para que los individuos puedan acceder al conocimiento de la forma que mejor se adapte a sus necesidades.
En cuarto lugar, está la aparición de una vibrante cultura artística centrada en el realismo y los avances en el diseño arquitectónico. Una de las características de la cultura digital actual es la aparición de un entorno vibrante y muy interactivo, en el que todo el mundo tiene la oportunidad de participar. La arquitectura digital incluye blogs, vídeos, tweets, Facebook y otras plataformas de redes sociales que fomentan el intercambio de información y opinión sobre prácticamente todo.
En quinto lugar, está la democratización del aprendizaje. Gracias a la invención de la imprenta, que hizo que los libros fueran asequibles, y al redescubrimiento de textos antiguos sobre ciencia y matemáticas, el conocimiento se hizo más accesible para los habitantes de Europa durante el Renacimiento. De manera similar, la invención de Internet y la accesibilidad a través de la asequibilidad del hardware digital y la conectividad, ha permitido que más personas se conecten a Internet y participen en el aprendizaje social. Además, el énfasis en compartir libremente el conocimiento, a través de OER Commons y programas como Udacity, CK-12 FlexBooks, y cursos de universidades como el MIT, ha creado un cambio cultural dramático en la forma en que el aprendizaje es distribuido, abierto y colaborativo.
Por último, es la creación de un proceso para el descubrimiento. En el Renacimiento, los inventores y los científicos desarrollaron un proceso de descubrimiento, que acabó dando lugar al método científico. Hoy en día, las nuevas técnicas de colaboración, como el crowdsourcing, el brainstorming colectivo y la publicación abierta de los descubrimientos científicos, han dado lugar a creaciones como Wikipedia, PLoS y los sitios de astronomía en los que millones de personas con sólo una conexión a Internet pueden contribuir al descubrimiento de una nueva estrella, planeta o galaxia. Desde Galileo hasta los millones de nuevos científicos potenciales de nuestro planeta en la actualidad, el nuevo renacimiento de la educación es tan prometedor para el futuro como lo fue su contraparte.
Aunque algunos se apresuran a desestimar los cambios disruptivos en la educación actual, creo que deberíamos dar la bienvenida a las oportunidades altamente colaborativas, personalizadas y asequibles que las nuevas tecnologías digitales ofrecen a los estudiantes de todo el mundo. Aunque estas mismas tecnologías crean problemas, ofrecen a más personas la posibilidad de aprender, crear y compartir conocimientos. Y al igual que el Renacimiento, el renacimiento de la educación también puede conducir a un mundo más humanista y conectado.
Lea la versión original aparecida en la edición del 27 de marzo del Huffington Post, Educación
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