Una amplia gama de estudios apoya la conclusión de que las personas se defienden de las amenazas aislándolas mentalmente. Se ha demostrado que los reprimidos procesan la información de forma precipitada, superficial o mínima. Cuando se les presenta una información negativa, suelen generar pensamientos o sentimientos alegres espontáneos, minimizando su impacto. Las personas deprimidas procesan la información de forma mucho más exhaustiva, ya sea buena o mala. Este alto nivel de procesamiento desarrolla fuertes vínculos asociativos con información similar. Cuando una persona deprimida intenta evitar una cognición perjudicial, suele pensar en algún otro pensamiento que le afecte negativamente. Las pruebas de los estudios en humanos y animales demuestran que el aislamiento provoca la sensibilidad a las amenazas sociales y motiva la renovación de las conexiones sociales.
Un estudio demostró que las personas seguirían satisfechas con su rendimiento ante una retroalimentación negativa siempre que pudieran mantener la retroalimentación aislada de los estándares de rendimiento. Los investigadores presentaban las normas antes de la actuación, o después de la actuación pero antes de la retroalimentación, o después de la actuación y de la retroalimentación. Las personas que recibían las normas antes las recordaban tan bien como los demás, pero simplemente las ignoraban. Consiguieron aislar el feedback de las normas, minimizando así la amenaza a su autoestima. Los que recibieron las normas más tarde estaban menos satisfechos con su rendimiento, incapaces de evitar su falta de éxito en comparación con la norma. Esta forma de aislamiento se ha denominado «trivialización».
Otro tipo de aislamiento digno de mención es el denominado «paréntesis temporal», en el que un fracaso o una deficiencia percibida se entierra en el pasado, eliminando efectivamente su impacto en el yo actual. Este tipo de separación del pasado puede verse en las experiencias de conversión religiosa o de «renacimiento», en ciertos programas de recuperación de la adicción a las drogas y en la eliminación de los expedientes de los delincuentes en el sistema judicial. Estas prácticas socialmente aceptadas hacen que el aislamiento sea socialmente permisible, al menos en ciertos casos; y esos comportamientos parecen aliviar parte del estrés de los acontecimientos pasados. Las personas con baja autoestima suelen utilizar el paréntesis temporal cuando describen sus fracasos pasados. Al aislarse de cualquier fechoría que estén trayendo a la cognición, sostienen que no tiene nada que ver con su estado actual o sus relaciones con la gente.
EfectoEditar
Se ha demostrado que los represores habituales tienen menos recuerdos infelices que otras personas, pero la diferencia radica en las asociaciones secundarias. Las investigaciones sobre los represores concluyeron que tenían reacciones negativas igual de fuertes ante los malos recuerdos, sin embargo esos recuerdos no evocaban otros sentimientos negativos tanto como para los no represores. La frase «arquitectura de las emociones menos complejas» se creó para describir este fenómeno. Los represores tienen malos recuerdos como cualquier otra persona, pero les preocupan menos porque están relativamente aislados en la memoria. Los investigadores más actuales están de acuerdo en que el aislamiento es uno de los mecanismos más eficaces e importantes de defensa frente a las cogniciones perjudiciales. Es un mecanismo de defensa que no requiere delirios de realidad, lo que lo hace más plausible que algunas alternativas (negación, sublimación, proyección, etc.). Serán necesarias más investigaciones para que los relatos sobre el aislamiento se consideren totalmente concretos.
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