El ejército cubano celebra

«El ejército cubano celebra«

Milicianos cubanos y miembros del Ejército Revolucionario celebrando su victoria sobre los mercenarios estadounidenses en Playa Girón, en lo que se conoció como la Invasión de Bahía de Cochinos. Están reunidos en una lancha de los mercenarios capturados. Keystone/Getty Images

La CIA llevaba meses planeando el desembarco anfibio en la Playa Girón de Cuba. Los aviones espías tomaron docenas de fotografías aéreas del lugar del desembarco, pero de alguna manera los oficiales de la CIA pasaron por alto un obstáculo importante: una extensión de coral afilado en la costa.

«Las fotos aéreas mostraban algo en el agua, pero los expertos de la CIA lo habían explicado como algas», dice Rasenberger.

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El plan era que los 1.500 combatientes cubanos respaldados por la CIA se deslizaran silenciosamente en la playa antes del amanecer, descargaran los suministros de los barcos de apoyo y establecieran una cabeza de playa antes de que el ejército de Castro se despertara. Pero el coral provocó el caos, hundiendo algunas de las embarcaciones de desembarco y ralentizando el desembarco anfibio.

«Para cuando salió la primera luz, todos esos hombres debían estar en la playa y los barcos de apoyo fuera de la vista», dice Rasenberger. «Todo se arruinó por completo».

La fuerza aérea de Castro, todavía intacta después del ataque aéreo cancelado por Kennedy, ametralló a la fuerza de invasión como si fuera una práctica de tiro al blanco, no sólo matando a los hombres, sino hundiendo dos de sus barcos de abastecimiento y enviando al resto a huir a aguas internacionales.

«El resultado fue que se llevaron todos los suministros para estos 1.500 hombres», dice Rasenberger. «Suministros médicos, armas, vehículos. Todo lo que necesitaban para sobrevivir en la playa había desaparecido.»

No hubo un levantamiento espontáneo de los cubanos

No está claro qué esperaba exactamente la CIA que ocurriera después de que los combatientes cubanos exiliados aseguraran la cabeza de playa en Playa Girón, pero uno de los supuestos políticos era que una vez que la noticia de la invasión llegara a La Habana, inspiraría un levantamiento espontáneo de los enemigos clandestinos de Castro.

«Eso no ocurrió», dice Rasenberger. «Para la primavera de 1961, todos los cubanos anticastristas habían abandonado el país o estaban en la cárcel en Cuba».

En ese momento, los supervivientes del chapucero desembarco en la playa estaban inmovilizados en Playa Girón mientras el ejército de Castro se acercaba desde los pantanos circundantes. Ningún contrarrevolucionario iba a salir de la nada para salvarlos, suponiendo que pudieran cruzar el pantano. Pero los sobrevivientes aún podían contar con sus patrocinadores de la CIA, ¿no?

Una confusión de huso horario arruinó el rescate

En este punto, la CIA y la Marina de Estados Unidos le rogaban a Kennedy que enviara cazas de la Fuerza Aérea de Estados Unidos para derribar los aviones de Castro y despejar una ruta de suministro para las tropas inmovilizadas. Kennedy rechazó la idea de ataques directos por parte de aviones estadounidenses, pero finalmente autorizó una hora de cobertura por parte de seis jets Skyhawk estadounidenses sin distintivos del U.S.S. Essex, un portaaviones que patrullaba en las cercanías.

Los Skyhawks no se enfrentarían a los aviones de Castro directamente, sino que proporcionarían cobertura defensiva a los bombarderos B-26 volados desde Happy Valley. Resultó que esta vez esos B-26 no eran pilotados por exiliados cubanos, sino por aviadores estadounidenses de Alabama que estaban en Nicaragua como instructores.

«Lo que ocurrió después fue realmente extraño. Hubo un error de tiempo», dice Rasenberger. La hora acordada era las 6:30 a.m. EST, pero por alguna razón los B-26 despegaron una hora antes. Los jets volaron inmediatamente tras ellos, pero no pudieron llegar a la zona de invasión a tiempo para ofrecer protección.

Cuando los B-26 pilotados por los estadounidenses volaron sobre Cuba esperando que los jets de la Marina les protegieran, estaban solos. Dos de los jets fueron derribados y cuatro de los pilotos americanos murieron. Castro recuperó uno de los cuerpos y lo conservó como prueba de la mano de Estados Unidos en el fallido complot. El setenta y cinco por ciento de la Brigada 2506 acabó en las cárceles cubanas. Fueron liberados en 1962 a cambio de 53 millones de dólares en alimentos y medicinas.

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